“CAMBIEMOS” EL TRABAJO ARGENTINO

Por Juan Labiaguerre, Resumen Latinoamericano/ 1 de junio 2016.-   Un ensayo representativo del tipo de inserciones laborales al cual aspira el gerenciamiento presidencial de Mauricio Macri en la Argentina, queda demostrado en el acuerdo del gobierno “Pro” con la empresa multinacionalMcDonald’s, que implica una especie de salarización, durante un lapso anual, donde el fundamento legal es inconsistente. El proyecto de ley enviado, al Congreso por la actual administración estatal, evalúa además la conveniencia de ofrecer una compensación monetaria a las firmas empleadoras por cada ocupación no registrada (“en negro”), en la medida en que procediesen a su blanqueo. El arreglo llevado a cabo por el oficialismo macrista con “Arcos Dorados”, a fin de que jóvenes que cuenten entre 18 y 24 años de edad se desempeñen, remunerativamente, en los negocios de fast food pertenecientes a la cadena gastronómica mencionada, recibió cuestionamientos por parte de ciertos ámbitos académicos, y político-sindicales, al mismo tiempo que resultó alabado, en general, por las entidades empresariales.

Desde la lógica neoconservadora ultraliberal deviene coherente la aprobación antedicha: recurriendo al pretexto de la tan deseable “capacitación laboral”, de acuerdo a la legitimación pretendida por el Poder Ejecutivo, hasta cinco mil trabajadores (comprendidos en la franja etaria citada), realizarán tareas durante treinta horas semanales, mientras que un empleado contratado a tiempo completo cumple, en forma regular, horarios de cuarenta y ocho horas en igual periodo. Se alude a actividades retribuidas caracterizadas por “prácticas formativas y laborales reales en un ambiente de trabajo efectivo”, mediante plazos anuales de concreción. Las personas que accedan a esas contrataciones percibirán un salario mensualizado de $ 4.500.-, correspondiendo poco más de un 22% ($ 1.000) a subvenciones de las arcas del Estado, tendrán cobertura en la salud prestada por la obra social Elevar, del sindicato de pasteleros, y se les otorgará una certificación de entrenamiento ocupacional.

El latiguillo utilizado gubernamentalmente, en pos del fomento tal convenio particular, radica en hallarse orientado hacia “poblaciones vulnerables laboralmente”; las mismas reflejan un contingente social de fuerza de trabajo disponible, y refiere al proyecto de ley sobre “empleo joven y blanqueo laboral”, en discusión dentro de la Cámara Baja del Parlamento Nacional, en el cual se notifica que existen alrededor de 750.000 ciudadanos (desde 18 hasta 24 años de edad) que no trabajan, ni tampoco estudian. En principio debiera ponerse en tela de juicio la legalidad se este acuerdo, fundamentalmente en aquello que atañe al nivel salarial: $ 4.500.- de remuneración por 30 horas semanales equivalen aproximadamente a la ecuación media entre el salario mínimo vital y móvil actual ($ 6.060.-) y el importe análogo que corresponderá en el mes de enero del año que viene ($ 8.060.-).

Según lo expuesto, la retribución mensual consignada resulta equiparable a un sueldo de $ 7.200.-, si fuera reconvertida a una jornada completa de 8 horas diarias o 48 horas semanales; además, cuando en septiembre próximo aquel mínimo legal, a escala nacional, será de $ 7.560.-, el salario acordado -en este caso con McDonald’s- se ubicará en una escala inferior a aquel “piso vital y móvil”.

Las usinas intelectuales de la concepción capitalista que guía los pasos de la gestión “Cambiemos”, a su vez amanuenses de los poderes fácticos de las corporaciones económicas y mediáticas, que mandan de hecho en la Argentina, justifican esa medida “promocional” de la creación de empleos, al justificar esa “entente” consensuada con la firma Arcos Dorados. Ello lo hacen argumentando que la consolidación de dicho “plan” configurará elpuntapié inicial de un supuesto conjunto de iniciativas que refutarían la “falacia opositora” acerca de la coyuntura crítica del trabajo que atraviesa la sociedad local.

La temporalidad creciente de inserciones laborales subvencionadas por el Estado, que puede abarcar a un fragmento sumamente minoritario de trabajadores (en el caso tratado de franjas etarias jóvenes), bajo condiciones socio-ocupacionales vulnerables y con salarios muy reducidos, opera en realidad en un marco de situaciones masivas crecientes que experimenta la población económicamente activa en desocupación abierta, empleada precariamente y/o “en negro”. Ello acontece dentro de un escenario caracterizado por la proliferación de actividades autónomas inestables, que con frecuencia provocan la marginación de numerosos grupos sociales, apartados de los eventuales beneficios obtenidos dentro de un círculo extremadamente acotado de concentraciones productivas.

Teniendo en cuenta que las precitadas modalidades de trabajo son proclives a extenderse, deviniendo asimismo crónicas, cristalizan reductos compuestos por segmentos poblacionales disgregados de la dinámica mercantil, y del progreso consecuente, propios de una porción “elitista” de la sociedad en su conjunto. Tal problemática remite al tratamiento de los desajustes estratificacionales generados por las inserciones laborales, y de sus consecuencias sobre la evolución de la estructura socioeconómica de un país determinado. El capital empresarial recurre a formas renovadas de utilización de mano de obra, requerida en la producción o por la prestación de ciertos servicios, utilizando forma discrecionales o arbitrarias de empleo, principalmente frente a instancias de crisis, cada vez más recurrentes, en la economía internacional.

Las entidades empleadoras argumentan sistemáticamente, cual “caballito de batalla” sumamente reiterativo, que los tipos de contratación “flexible”, en el terreno fáctico notoriamente endebles para los trabajadores, resultan imprescindibles, de cara a la adecuación a un mercado “global” ultracompetitivo, y en pos del logro de grados superiores de productividad, en un marco tecnológico reconvertido. Es decir que esa necesidad imperante, en orden a la revalorización de sus activos financieros, representaría un elemento objetivo, impulsor de la depreciación progresiva del valor utilitario de la labor humana, mientras que de hecho remite al usufructo de un “reservorio supernumerario”, constituido por contingentes de desocupados, acuciados por el “látigo del hambre”, parafraseando a Max Weber.

El desempleo existe cuando hay una dimensión de personas, que procuran emplearse, superior a los puestos disponibles en el mercado laboral, y el eventual desequilibrio cuantitativo entre ambas variables es diagnosticado, según uno de los dogmas neoconservadores “economicistas”, apelando a algunos indicadores matemáticos, demostrativos de que el requerimiento de potenciales asalariados sería reducida, debido a los costes elevados salariales y extrasalariales.

Es funcional al modelo neoliberal aplicado, hasta ahora y llegando a los 180 días de gestión “gerencial” macrista, por la administración público-estatal de “Cambiemos” en la Argentina, el incremento gradualmente progresivo de la desocupación, como disciplinador de los reclamos de la mano de obra efectivamente contratada, así como también de las pretensiones remunerativas de la masa de desocupados. Tal contexto propiciaría una constante tendencia a la baja de los montos retributivos, junto a un deterioro de las condiciones ocupacionales, que impliquen un ahorro del “gasto del trabajo” por parte del empresariado (mayor plusvalor), y simultáneamente una desarticulación, hasta su extinción s fuera posible, de la eficacia del accionar sindical, dado el decrecimiento continuo de afiliados a sus respectivos gremios.

Respecto del achicamiento del coste total para las empresas del “gasto laboral”, que comprende la remuneración salarial más los aportes por cobertura previsional y de las obras sociales, las teorías prevalecientes del lado de la oferta parten de la premisa de que cuando el trabajo es menos costoso para el capital privado, éste crea automáticamente mayor cantidad de empleos, partiendo de que aquellos costes deberían acercarse al nivel de un “salario de equilibrio”, cuya imposición despejaría de obstáculos el funcionamiento del mercado ocupacional. La causa del predominio de la “doctrina de oferta”, en el diseño de las estrategias sobre el empleo, desde los años ochentas (reflejo de la decadencia del modelo keynesiano), radica -en gran medida- en el desenvolvimiento del neoconservadurismo liberal, que neutraliza el ejercicio de una auténtica soberanía nacional, en materia de políticas económico-sociales, lo cual impide manejar el gasto público mediante una orientación dirigida al bienestar general y al interés común.

En América Latina la degradación de la situación ocupacional, conectada a ciclos económicos críticos frecuentes, manifiesta una gravedad peculiar, ya que las estrategias de ajustes recesivos, puestas en práctica por los gobiernos “ortodoxos” en su visión económica, reforzaron y ampliaron los estados estructurales de precariedad laboral. Deben destacarse los “paréntesis” de estos regímenes, representados por un puñado de países sudamericanos cuyas presidencias adoptaron políticas de raíz anticíclica, movidas por concepciones estatales reguladoras y distribucionistas de los ingresos de sus habitantes, que mejoraron de manera evidente la calidad sustancial de vida de la sociedad, y la ampliación de derechos humanos integrales, esencialmente entre sus estratos desposeídos. Las experiencias, despectivamente calificadas en términos de “populistas” por los diccionarios liberal y de la izquierda más dogmática, desarrolladas en la Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, y Venezuela, fundamentalmente, tuvo su “década de oro” -la primera del presente siglo-, mientras que en nuestros días se ven jaqueadas, por medio de distintos procedimientos político-institucionales, supuestamente jurídicos, y de la practica “hipnótica” mediática prevaleciente, en lo que configura un embate consensuado de los poderes fácticos de las corporaciones económicas concentradas, nacionales y extranjeras.

El capital hegemónico, a escala mundial, establece vínculos de diverso tipo con numerosos segmentos de la masa laboral, no conformados en tanto trabajadores auténticamente libres, esto es asalariados formales o registrados legalmente; esos segmentos de población activa no fueron absorbidos de manera auténticamente comprensiva, según la concepción modelística estereotípica que el capitalismo “moderno” procuró universalizar. Aquellas variantes alternativas de inserción ocupacional se componen de una serie de modos marginales, y diversificados, de explotación laboral por parte de los entes patronales. La omnipresencia de “irregularidades” flagrantes en el ámbito de las relaciones socioproductivas derivarían en la consolidación de capas sociales gradualmente “excluidas”, ubicadas en posiciones asimilables a una especie de situación cuasi-estamental.

Al mismo tiempo, las vinculaciones sociolaborales precarizadas devienen conjugadas con el papel ejercido por los gobiernos, combinación que deja traslucir los efectos de las transformaciones estructurales, acaecidas en muchas zonas del planeta. Esos cambios profundos responden, actualmente, a una lógica perversa desplegada por los grupos económicos dominantes, la cual tiende a rechazar la procedencia -medianamente equitativa- de los compromisos colectivos, contraídos por vía de la aceptación de acuerdos sociolaborales. Los mecanismos “globalizadores” propios del neoliberalismo antipolítico incentivan el accionar competitivo entre distintos mercados regionales, propiciando nuevas expresiones de marginalidad, originadas en la extensión del desempleo y de las ocupaciones laborales desprotegidas socioprevisionalmente, soslayando al mismo tiempo la vigencia de niveles salariales adecuados al “costo de vida”, junto al creciente déficit de las prestaciones públicas, y en la cobertura de los Sistemas de Seguridad Social.

El despliegue del nuevo modelo neoconservador, internacionalmente, agrava las condiciones de pobreza e indigencia en diferentes zonas del planeta históricamente subdesarrolladas, en la actualidad algunas de ellas denominadas “emergentes”, deterioradas desde los años setentas. La multiplicación de manifestaciones ocupacionales “promocionales”, en la realidad precarizadas en extremo, de la actual “economía-mundo” (Wallerstein) ocasiona que la eventual creación de empleos se efectivice, a costa de una profundización de las inequidades preexistentes, alusivas a la cuestión laboral y, en última instancia, al reparto de la riqueza y de los bienes materiales nacionales.

Los obstáculos para el logro de inserciones laborales estables y protegidas consisten en las limitaciones a causa de la edad, y/o los tipos de cualificación adquiridos mediante determinados oficios, inadecuados a partir de las nuevas tecnologías aplicadas al campo de la producción. Ello implica la obsolescencia de algunas especializaciones, debido a las mutaciones de la estructura productiva, factor al que se adiciona la exigencia de cierto grado educativo, junto a los prejuicios culturales respecto del origen socio-espacial de los trabajadores. En tal sentido, los segmentos “descartables” dentro del universo de la población activa pueden considerarse como grupos marginados, de acuerdo a su condición social vulnerable, hallándose marcados por la inesencialidad de su función como agentes económicos. Dicha posición refiere a su alejamiento con respecto al centro vital del aparato productivo de muchas sociedades, excepto en cuanto consumidores de un espectro cada vez acotado de mercancías.

Si la gestión macrista en la Argentina del presente histórico continúa siguiendo la construcción ideal axiomática, implícita en los dictados doctrinarios neoclásicos, inspirados en la cosmovisión anquilosada y señera de Von Hayek y de Friedman, entre otros autores, “copiados y pegados” por discípulos acríticos de ellos en la esfera local, tales como verbigracia Prat Gay, Sturzenegger, y Melconian, integrantes del gobierno “Pro” (apadrinados por su maestro Gonzalez Fraga), la mayoría de la sociedad “cambiará” efectivamente, en dirección a un horno directamente crematorio.

 

 

Foto: Los empresarios alentaron el apoyo al programa “Mi primer empleo”  con un acuerdo de subsidios a favor de McDonald

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