Argentina. Emilio Pérsico, del Movimiento Evita: “Los trabajadores van a construir la unidad en la calle”

Por Miguel Russo, elebece.com.ar / Resumen Latinoamericano/ 26 de mayo 2016.- Una charla con Emilio Pérsico sobre la actualidad del Frente para la Victoria y del Justicialismo, los frentes de lucha contra las medidas de Macri y el rol del pueblo y los dirigentes ante el poder concentrado.

 –El 21 de abril pasado, la tapa del diario Clarín anunciaba que Fernando Chino Navarro y cinco diputados más renunciaban al bloque bonaerense del Frente para la Victoria… 

–No renunciaron, eso no fue así…

–Está bien, Clarín miente, pero eso es lo que apareció… El 12 de mayo, publicaron una foto suya con Mauricio Macri recibiendo créditos para la construcción de viviendas cooperativas, con el epígrafe “el ex piquetero K, ahora con Macri”. ¿Qué pasó en el Movimiento Evita, cuál es la táctica?

–Se pueden aclarar cualquiera de las dos cosas, pero creo que eso empantanaría más las cosas.

–Bueno, empantane entonces…

La mañana fría de mayo, apenas atemperada por el café del Británico, enfrente de Parque Lezama, parecía no arrancar de la mejor manera. Pero Emilio Pérsico, referente del Movimiento Evita, se dispuso a no callarse y responderlo todo: “En el primer caso, en la provincia de Buenos Aires el bloque de diputados bonaerenses del Frente para la Victoria se empieza a romper cuando ocurre el voto del presupuesto para la provincia y un grupo de compañeros queda en minoría: 14 diputados que no quisieron votar cuando la mayoría había decidido dar su apoyo al presupuesto. El presidente del bloque, que era Jorge Ottavis, hizo una negociación con la gobernadora María Eugenia Vidal. Y los compañeros de La Cámpora no lo aceptaron. Fueron 14 compañeros que no aceptaron la decisión de la mayoría y eso trajo una crisis en la cual cayó el presidente del bloque, ya que no podía llevar adelante su negociación.

–Bueno, Ottavis ya venía bastante en crisis…

–Está bien, pero había hecho una negociación que el Movimiento Evita, así como los intendentes, consideraban buena. Nosotros tratamos de que no se rompiera el bloque hasta que no se pudo hacer nada más y se rompió. Como Movimiento Evita teníamos que tomar una postura por alguno de los dos bloques: PJ-FpV o FpV.

–¿Y qué decisión tomaron?

–Decidimos no entrar en ninguno de los dos. No rompimos nosotros. Después podremos disimularlo como se quiera, pero lo concreto es que no rompimos nosotros, aunque el bloque se fracturó. En esa ruptura, tratamos hasta último momento de mantener la unidad. Pero finalmente decidimos no entrar en ninguno de los dos bloques y nos seguimos llamando Peronismo para la Victoria-FpV.

–Es decir que los tres bloques llevan la sigla FpV…

–Claro. No es que se rompa el FpV sino que hay un grupo de compañeros que no aceptaron la negociación que hizo el presidente del bloque que era de su misma agrupación, no aceptaron la decisión de mayoría de votar el presupuesto, ni tampoco el acompañamiento que tiene el PJ en la provincia de Buenos Aires hacia el presupuesto y los intendentes.

–¿Y el Evita con quién estaría de acuerdo?

–Con la mayoría del bloque, con la negociación de Ottavis y con lo que dice el PJ de la provincia. Nuestros compañeros votaron en la mayoría. Pero después se rompió el bloque y no hubo más remedio, por más que continuamos planteando la unidad hasta último momento, que armar nuestro propio bloque, a pesar nuestro.

–¿Y su foto con Macri?

–Salió en la página digital de Clarín antes de producirse el acto en cuestión. Después, con la noticia que sale impresa en ese diario, quedó en claro cuál fue nuestra postura. Yo fui al acto, sí, acompañando al secretario general de la CTEP, compañero nuestro, Ernesto Castro, que firmaba el convenio. No me subí al palco, y eso salió en el diario.

–¿Se negó a subir?

–Me negué como me negaba a subir a los palcos en los actos del kirchnerismo. Por perfil mío y por mis características. En este caso, porque el secretario general de la CTEP es Castro, no yo. Y subió toda la comitiva de la CTEP, formada por compañeros de distintas organizaciones, y también compañeros de la Corriente Clasista y Combativa y otras organizaciones sociales. No era solo un acto con el Evita. Eran varias agrupaciones sociales que venimos peleando desde que llegó el gobierno de Macri para que las cooperativas vuelvan a tener trabajo. Lo concreto es que hay 70.000 compañeros que no volvieron a firmar convenios.

–¿Eso qué quiere decir?

–Que algunos están trabajando con obras viejas, ya que los convenios duran cuatro o seis meses. Ya llevamos cinco meses de gobierno, así que la mayoría ya debería haber dejado de estar sin trabajo. Algunos siguen, ya que los pagos fueron escasos, pero hay 70.000 compañeros de cooperativas de la Economía Popular que no tienen trabajo. Y nosotros cortamos rutas, hicimos acampes, movilizamos al Ministerio por ese tema. Ahora parece ser que se empieza a destrabar, aunque todavía quedan otros puntos de constante discusión con el gobierno. Queremos construir una representación. Todas las negociaciones que hicimos no fueron ni para la CTEP ni para el Evita, son discusiones generales. Y lo que acordamos en ese momento fue una política para que todas las organizaciones pudieran firmar convenios con el gobierno nacional para garantizar la continuidad de los compañeros. Es normal que la CGT o las otras representaciones o los gobernadores o los intendentes, cuando firman un convenio, se fotografíen.

–Algo normal…

–Nosotros firmamos 19 convenios con el gobierno y no nos sacamos ninguna foto. Y nadie cree que esos logros fueron nuestros, por nuestra lucha. Se los adjudicaron a Macri.

–¿Por ejemplo?

–El aguinaldo social (400 pesos a todos los que cobran la Asignación Universal por Hijo y a todos los jubilados), un sueldo más para todos los incluidos en Argentina Trabaja y el aumento del 40% anual para esos mismos planes, que las organizaciones sociales puedan ser unidades ejecutoras de Argentina Trabaja, el aumento del 20% en la mercadería de todas las organizaciones que llegan a supermercados, el tema de empezar a hacer merenderos en los barrios. Esas negociaciones, en las cuales entre otras organizaciones sociales estaba la CTEP, no salieron en ninguna parte como logros de nuestra lucha, ya que no firmamos nada público y quedaba como algo que el gobierno nacional otorgaba de puro bueno. Nos parecía que debíamos empezar a hacer esas apariciones públicas, ponerse los pantalones largos y hacerlo, ya que de esa manera construíamos representación política a los trabajadores de la Economía Popular.

–Entonces, ¿todo marcha sobre ruedas, no hay discusión, no hay separaciones, no hay acercamientos?

–No, no, tampoco es cuestión de esquivarle el culo a la jeringa. Es cierto que hay una discusión política dando vueltas en el FpV, en las organizaciones sociales, que es qué actitud tomar ante el gobierno de Macri. Creo que hay algunos compañeros que encaran mal esa discusión. La tergiversan y la llevan a su molino, a partir de discutir la política en base a “traidores” y “no traidores”, en base a acuerdos con Macri o desacuerdos con Macri.

–¿Y cuál es la discusión acertada?

–Cuál es la fortaleza, cuál es la correlación de fuerzas real en la Argentina. Tanto del gobierno nacional como la de lo que construimos. Hay compañeros que piensan que estamos en una situación de debilidad y que no vamos a volver por muchos años. Y otros que creemos que no, que estamos en una situación de mucha fortaleza, que Macri nos ganó por poquito, por muy poquito. Pero aparte de esa victoria por poco, sabemos que hay una conciencia construida de los sectores populares, el cambio cultural, como dice Cristina, que está construido; que hay una cantidad de derechos que empodera a nuestros compañeros; que hay un colchón social y un colchón económico que los compañeros tienen, y que por eso creemos que podemos volver antes de que se produzca una crisis y se desbarate todo.

–¿Qué significa que se desbarate todo?

–Yo no quiero empezar nuevamente de cero como tuvo que empezar Néstor Kirchner. Eso significaría que los compañeros volvamos a sufrir la crisis que ya sufrimos, arrancar del fondo de todo. Yo recuerdo que en las manifestaciones por los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, Néstor me decía qué bajo habíamos caído que íbamos a pedir planes sociales y comida. Ahora no peleamos por eso, peleamos por otras cosas. El problema de la comida vuelve a surgir, pero peleamos básicamente por trabajo. No queremos volver a eso, queremos empezar de un piso superior. Y eso no es apostar a la crisis. Es apostar a sostener cada conquista que logramos en nuestro gobierno y ganarle a Macri en 2017. Que tenga una derrota lo suficientemente contundente como para que volvamos en 2019. Pero hay otros compañeros que piensan otra cosa.

–En relación a eso, usted mencionaba que el espacio está fortalecido. Quizás pueda ocurrir en el plano dirigencial, pero, ¿no se debilita la militancia cuando observa tanto resquebrajamiento reflejado y potenciado en los medios hegemónicos?

–Yo pensé que iba a ser peor. La derrota es sinónimo de fractura y de división. Primero, nadie se hace cargo de una derrota, ni Cristina ni nosotros ni nadie. Es muy difícil hacerse cargo cuando uno pierde. Perón, para hacer su Actualización Política y Doctrinaria, una crítica a los errores cometidos durante su mandato, y volver otra vez al gobierno, tuvo que esperar 18 años. La derrota trae aparejada una debilidad, una división, una discusión. Hace cuatro años, desde el Movimiento Evita decíamos que nos preparábamos, que debíamos cualificarnos, organizarnos mucho mejor para un proceso que se venía difícil. Por eso armamos la CTEP como organización social, porque veíamos que debíamos buscar la representación de los trabajadores que no la tenían. Si hay alguien capaz de empantanar la cancha a Macri van a ser los trabajadores, no la política. La política va a venir después a ocupar el lugar que los trabajadores van a abrir en la sociedad. Siempre es así. Lo fue con Saúl Ubaldini ante la traición del alfonsinismo y lo fue Hugo Moyano ante la traición del menemismo. En este caso, donde las cosas están mucho más claras, empezaron mucho antes del proceso de desgaste o de empantanamiento del gobierno, para demorar la destrucción de las conquistas. Pero a su vez hay que construir una alternativa política que ocupe ese espacio.

–A pesar de la derrota en las urnas, ¿no cree que ese espacio ya estaba ocupado?

–Pero no hay que ocupar un espacio del pasado, sino ocupar el espacio del futuro, el espacio que deja el desgaste que van produciendo las centrales obreras, que van produciendo los conflictos. Hay que estar en los conflictos y, a su vez, ocupar el espacio que va armando en la sociedad. El espacio del pasado ya está en casa, ya lo tenemos. Ahora hay que construir una alternativa en el hoy. Néstor y Cristina ocuparon el espacio de todo lo que fue la resistencia al neoliberalismo, contra Menem, contra De la Rúa. Néstor agarró la bandera de los derechos humanos que habían abierto Madres, Abuelas y todas las organizaciones; de la educación, que habían abierto las carpas y las luchas docentes; del trabajo, que habían abierto los movimientos piqueteros. Observó ese espacio político con mucha inteligencia y logró ocuparlo en la sociedad con una minoría casi ínfima, con más desocupados que votos, y construyó lo que construyó. Hoy en día, lo que hay que saber es quién tiene la capacidad, la habilidad de llenar ese espacio. Pero las divisiones y las discusiones van a venir y continuar hasta que aparezca ese polo catalizador. Néstor recién rompió las divisiones estando en el gobierno, mientras todos nosotros estábamos absolutamente atomizados. El Movimiento Evita, por ejemplo, es la unidad de quince pequeñas organizaciones que se produce durante la reunificación de Néstor detrás de un proyecto.

–¿Observa, entonces, un proceso de divisiones?

–Sí, de divisiones y más divisiones, donde alguien va a catalizar, a construir esa unidad. El espacio, en política, se llena. Y cuando uno ve que el gobierno de Macri se empieza a debilitar, toda la dirigencia empieza a radicalizar su discurso. Hay que tener fe en los trabajadores, ponerle fuerza a cada conflicto, y en esa realidad se va a ir empantanando el gobierno, se van a ir desgastando sus ideas y se va a construir una alternativa política. Eso no significa, insisto, querer apostar a la crisis. No se construye a partir de eso. El que destruyó el modelo peronista, iniciado levemente por Alfonsín pero hecho pomada después, fue Menem, dejando todo sembrado de mierda. Pero la gente, aunque haciéndolo cargo a Menem, explotó contra De la Rúa.

–¿Qué quiere decir eso?

–Que uno no puede hacer política en base a lo que ya se hizo. Tenemos que hacer política en base al conflicto actual y darle respuestas al conflicto actual. Respuesta significa decir cómo se solucionan los problemas actuales que tiene nuestro país.

–Para poder encontrar esa nueva forma de hacer política, ¿qué lectura hace del verdadero padre de la derrota, esa derrota que usted mencionaba de la cual nadie quería hacerse cargo, el FpV, los partidos que conformaron y siguen conformando el FpV, el PJ?

–El que conduce siempre tiene más responsabilidad. Yo nunca voy a buscar el error en el otro sino en mí. No puedo cambiar al otro. Para hacerlo, debo jugar en política y entenderlo. Yo tengo que cambiarme a mí. Esa es la base de cualquier proceso político, de cualquier conducción política. Pero también es cierto que el que conduce debe ser infalible. Ahora, ¿cómo se es infalible y, al mismo tiempo, hacerte cargo de una derrota? Ese es el problema que está dando vueltas. Y el principio de solución sólo llega cuando tiene inicio la construcción de lo nuevo. No tiene solución mirando por el retrovisor sino mirando por el parabrisas.

–¿Lo nuevo está dentro de los actuales dirigentes del PJ?

–No, no existe más el Partido Justicialista. De todos modos, este consejo del PJ es mucho mejor que el que armó Néstor Kirchner. Y lo digo con conocimiento de causa, ya que fui parte de aquel consejo. Cuando me convocó Néstor, el único de las organizaciones que aceptó fui yo, los demás salieron corriendo. Algunos se escaparon tan rápido que se fueron del gobierno, como los compañeros de Patria Libre. Yo acepté ser parte y en la segunda reunión, éramos cuatro contándolo a él, nos dijo que esa era la fuerza propia dentro del consejo.

–Dentro de aquel consejo estaban, entre otros, Mario Das Neves, Juan Manuel Urtubey, José Alperovich, Daniel Scioli, Víctor Santa María, Jorge Busti, Jorge Obeid, Juan Schiaretti…

–No importan los nombres, era un consejo de la realidad política que estábamos viviendo. El Partido Justicialista es como las papas fritas con la hamburguesa: vienen de regalo. Podés decir que no querés papas fritas, pero te las enchufan igual. El ex gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, radical, no quería las papas fritas, pero tuvo que agarrarlas. El gobernador de Misiones Hugo Passalacqua lo mismo y también es radical. O en San Luis los Rodríguez Saá, o en Córdoba. A Néstor nunca se le ocurrió intervenir el PJ en San Luis o en Córdoba, cosa que antes era normal. En Tigre, ya lo sabemos, lo maneja Sergio Massa. El PJ es una herramienta de poder que está muy ligada a lo institucional, a ganar. Lo que ocurre es que el poder institucional, los gobernadores, los intendentes, ¿cuánto modificamos durante estos años de esa realidad? Esa es la discusión. Es una trampa discutir PJ sí o PJ no, lo que debe discutirse es cuánto cambiamos de esa realidad institucional durante estos años.

–De acuerdo a los nombres que aparecen ahora en el PJ, da la sensación de no haber cambiado demasiado…

–No coincido, cambió bastante. Cuando fuimos con Cristina, que era mucho más favorable al cambio que Néstor, como senadora, nos peleamos como con veinte intendentes del conurbano. Después, Néstor los volvió a convocar, y muchos son los duros de hoy aunque en aquel momento estaban con Chiche Duhalde. Es muy difícil medir estas situaciones y hacer las cosas por la historia en nombre de “traidores”, “nuestros”, “enemigos”, “amigos”. No es así. La política pasa por otros lugares.

–¿Por qué lugares?

–Desgastar al proceso de Macri y construir una alternativa política. El Partido Justicialista va a ser parte de esa alternativa política mayoritariamente, no me cabe la menor duda, más allá de quién lo conduzca, ya que es una estructura de poder. Macri tuvo la oportunidad de construir su poder cuando ganó las elecciones. Y no le fue bien. Eso demuestra que las condiciones no son tan desfavorables para nosotros. Macri no sumó, no logró mayoría. Néstor, con poco más del 20%, construyó mayoría en la Cámara, se sumaron todos. Macri no pudo porque nadie confía en que va a resolver los problemas de la gente, y todos sabemos que se va a desgastar más, día a día, de lo que se está desgastado. Entonces creo que hay oportunidades para que esta generación política se ponga los pantalones largos y ocupe el espacio. Pero también está la responsabilidad de los trabajadores y sus dirigentes de defender los intereses ganados. Cotejemos los grupos económicos que estuvieron con la dictadura y los que están apoyando este gobierno. Ahora aparece la idea del CEO, de la corporación; antes era la oligarquía y los hijos de la oligarquía. Pero esa disputa se va a ir desgastando y ahí hay que llenar ese espacio políticamente. Eso es lo que tiene que hacer nuestra dirigencia. Y los dirigentes que estén más capacitados serán los que logren llenar ese espacio. No hay que pescar adentro de la pecera.

–¿Es decir?

–No jugar adentro del espacio que nos quedó a nosotros. Podemos pescar adentro de la pecera un poco para reorganizar la cosa. Allí está la realidad de los actos de Cristina, donde hay activismo con un grado de conciencia importante pero sin organización. Hay muchos compañeros que quieren reorganizar ese espacio, y lo veo bien. Pero una cosa es organizarlo para quedarte adentro de la pecera y otra organizarlo para salir a pescar afuera, a expresar políticamente lo nuevo que va a venir.

–¿Habla de una ruptura de Unidos y Organizados?

–Nosotros no fuimos nunca a una reunión de Unidos y Organizados, no nos llamaron nunca. ¿Qué es Unidos y Organizados? Fue una idea que salió después del acto de Huracán con Cristina y del acto de Vélez, dos hechos organizados por iniciativa del Evita. De allí salió una consigna que expresaba al espacio más militante. Cristina dio una lucha ideológica, que ella llamó lucha cultural, muy fuerte contra el modelo neoliberal y por la unidad latinoamericana. Banderas que defendió perfectamente bien. Y eso generó un espacio y una conciencia militante que hoy sigue existiendo en la sociedad, sin dudas. Pero ese espacio tiene ahora la obligación de expresar políticamente a lo nuevo que va a venir, a ser parte de la expresión que va a venir.

–De esta lucha cultural que Cristina se puso al hombro todavía falta mucho, ¿quién se hace cargo ahora?

–Eso no se va a saber en el momento en que estamos. Este es un momento de discusión interna, de divisiones. Hay que unir los pedacitos de lo que se va rompiendo, y ahora lo más importante es construir la alternativa política que exprese lo nuevo. Después, esa alternativa política se encargará de retomar la lucha cultural ahí adentro, pero ahora estamos defendiéndonos a los cachetazos. Estamos dando una pelea por defendernos, no para convencer a nuestro pueblo de un nuevo modelo de país. Defender lo que hicimos y marcar que esta administración en el gobierno nos lleva a un camino donde nuestro pueblo va a ser muy infeliz.

–Según su punto de vista, ¿qué rol ocupa Cristina en ese proceso en pedacitos?

–Cristina tiene una tarea fundamental que es la defensa de la historia y pasar a la historia como lo que fue, la encargada de llevar adelante el mejor proceso que vivimos. Tenemos que cuidar esa historia, cuidar a Néstor y a Cristina. Nosotros no construimos a partir de una a-historicidad. La derecha intenta construir desde la no-historia. Nosotros somos una fuerza revolucionaria con historia, pensamos en la historia de este país. Y tenemos que resguardarla para que no se rompa toda esa conciencia popular. Si la derecha logra romper esa relación de defensa de nuestra historia estamos perdidos. Cristina, cuando hace el acto en Comodoro Py lo hace en defensa de la historia, no en defensa propia. No es que Cristina se va o que Cristina vuelve, Cristina no se fue nunca de la política. Es un animal político y no dejará de hacer política, como ella misma dice, ni abajo del agua. Y necesitamos de su función. Pero nosotros no somos Cristina, tenemos otra función, distinta. No había manera de ocupar el espacio militante que ocupó Néstor si él, después de asumir, cuando volvió al Calafate y se fue a dar una vuelta en lancha con Víctor De Gennaro, Hebe de Bonafini y Lula, no hubiera dado esa señal a la sociedad. Estaba dando una señal a esa militancia que se había generado tirándole piedras el modelo neoliberal, diciéndoles “muchachos, vamos para allá”.

–¿Cuál fue su visión en ese momento?

–Yo me junté con él y le dije que muchas veces nos habían dicho eso de “vamos para allá”, pero terminábamos en otro lado. Le dije que si efectivamente iba para el lugar que nosotros pensábamos que había que ir lo acompañábamos. Y cuando vimos que realmente iba hacia donde había dicho, tuvimos que empezar a correr porque ya nos llevaba tres trancos, ya no lo alcanzábamos. Y con Cristina ocurrió lo mismo, ella siempre estaba varios pasos adelante. Nunca imaginé que iba a ser Néstor el que iba a hacer eso. Recuerdo charlas con el viejito Jorge Cepernic, que fue gobernador de la provincia de Santa Cruz en 1973, en las cuales me decía que el mejor gobernador de Santa Cruz había sido Kirchner. “No”, le decía yo, “el mejor gobernador de la historia fue usted, usted que se peleó para expropiar a la Menéndez Behety, éste está a favor de las petroleras”. Yo tenía esa postura. Pero después entendí que Néstor interpretó la situación en la que estábamos, esperó para encontrar la brecha en el dique y cuando la vio se mandó de cabeza. Y así avanzó todo lo que pudo. Avanzó más allá del movimiento popular; caminaba siempre dos pasos adelante de todos. Entonces, cuando vi que había un tipo que recogía mi bandera y caminaba adelante de todos nosotros, lo seguí, sin dudas. Ese proceso va a venir sólo si nosotros abrimos esa brecha en el dique. Hay que abrir esa brecha. No sé cuánto protagonismo vamos a tener cada uno de nosotros, pero, ¿qué importa ese protagonismo si el que triunfa es nuestro pueblo? Yo quiero ser protagonista en el tiempo de hoy, ser parte del proceso de defensa de lo conquistado, por eso construimos la CTEP. Y quiero ser parte de la construcción de esa nueva alternativa política. Es eso lo que intentamos desde el Movimiento Evita, desde Jorge Taiana, desde el Chino Navarro, desde Leo Grosso hasta cada uno de todos los militantes: ser parte de lo nuevo. Después veremos quién es el catalizador de eso nuevo. El movimiento nacional tiene que abrirse un camino, una brecha. Y después alguien tomará las banderas y arrancará hacia adelante.

–¿Qué incluyen esas banderas?

–Sin ninguna duda, el proceso de Néstor, el proceso de Cristina. Si no los involucra no va a ser el movimiento nacional y popular que queremos. Néstor involucró a los ’70, a Perón, a los caudillos federales, a la historia de la Argentina. Cristina lo consolidó cultural e ideológicamente. Las banderas que ambos levantaron tenía todo eso. Y nosotros tenemos que estar adentro de ese proceso. Un proceso que el macrismo va a tratar de aislar.

–Sin embargo, muchas de las cosas que hacen ciertos dirigentes parecerían favorecer ese aislamiento pretendido por el macrismo o los sectores de poder…

–Es cierto, pero no tenemos que aislarnos, tenemos que abrirnos lo más posible en nuestras políticas. Las políticas sectarias sólo favorecerán a quienes buscan un retroceso para el país. Cuando Néstor hace la alianza con Duhalde, yo disparaba corriendo para otro lado. Yo venía del Puente Pueyrredón, no decía como muchos compañeros que ahí había ocurrido un enfrentamiento, yo sabía lo que habíamos ido a buscar nosotros, a discutirle el poder a Duhalde y poder voltearle la candidatura. Y lo volteamos: Duhalde no fue candidato a presidente. Hoy tenemos que hacer las cosas lo mejor posible, no caer en la trampa del aislamiento, y tampoco caer en la trampa de construir la unidad sin el elemento transformador adentro, sin esa militancia adentro. Son dos trampas. Es difícil verlo hoy, tan difícil como vernos a tantos compañeros juntos debajo de las mismas banderas. Nosotros no construimos ni el Podemos ni el Ciudadanos españoles. Construimos un modelo que se agarra a nuestra historia y le da mayor potencialidad a esa historia. Nos vamos a pelear, vamos a discutir, pero los trabajadores van a construir la unidad en la calle.

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