Argentina. Entrevista a Mario Javier Firmenich*: “El PJ es una estructura que no tiene valores morales para poder hacer crecer nuevos dirigentes”

 

por María Fernanda de la Quintana ** /Resumen Latinoamericano / 11 de febrero 2016.- Mario Javier Firmenich (“Marito”) es profesor de Historia Económica y Social en la provincia de Córdoba y milita en el campo popular desde hace 25 años, además de ser uno de los hijos de quien fuera máximo Comandante de la Organización Montoneros.

En la siguiente entrevista Firmenich expresa su opinión sobre la nueva vuelta de tuerca del neoliberalismo en Argentina, habla críticamente de algunos aspectos del período anterior presidido por Cristina Fernández de Kirchner y lanza temas para el debate en aras de la construcción de una expresión política que se convierta en alternativa “a la casta política que siempre nos lleva de manera irresponsable a esta terrible encrucijada social” como la que hoy vive Argentina.

 

Que pensás sobre la estructura del PJ y de la necesidad de ganar esa estructura,
creés que hay realmente poder real ahí…? Y como crees que se debería disputar el poder real para producir un cambio estructural dentro del Partido y fuera de él?

El PJ (Partido Justicialista) es una estructura que no tiene valores morales para poder hacer crecer nuevos dirigentes… todos se apoltronan en sus sillones para no perder sus privilegios… son todos millonarios a costa del dinero público, hace muchos años que al PJ, como institución, poco le importan los pobres, más que para los años de elección.
Hay que empezar de cero en la construcción de una alternativa real a las estructuras mafiosas de las dirigencias. No me refiero sólo a las dirigencias políticas, sino a las dirigencias en las diferentes instituciones sociales; sindicales, políticas, judiciales, policiales, militares, eclesiásticas, empresarias, y en todo lugar donde se administra dinero ajeno.
Lamentablemente, hoy hemos naturalizado la malversación del dinero público…
Creo que la única solución puede venir de la política, pero de una política completamente diferente, con gente que piense y actúe de manera completamente diferente.
Si no hay una revolución ética en la política, no hay solución…
Así, no hay manera de construir candidaturas potables para resolver los problemas estructurales de la Argentina, entre ellas la pobreza y la marginalidad.
Pero no hay posibilidades de creerles a los que hoy ejercen el poder, sino a una nueva propuesta política que demuestre en los hechos que está dispuesta a construir otra realidad, que se comprometa con mejorar nuestra realidad. Aunque sea de a poco, siempre podemos mejorar la calidad de vida, pública y privada, de la sociedad.
Es tiempo de decir basta, de indignarnos ante aquellos dirigentes que lucran con las necesidades de sus votantes. Para ello debemos organizarnos para disputarles el Poder mediante los votos.
Es decir, si en estos cuatro años hacemos las cosas lo suficientemente bien para que se nos dé la oportunidad de gobernar,  aunque mas no sea en unos cuantos municipios pequeñitos, luego tendremos que demostrar que se puede gobernar en beneficio de la gran mayoría sin corromperse, ni aceptar naturalmente los códigos mafiosos de las estructuras dirigenciales de gobierno en el resto de los niveles del poder.
Estos deben ser nuestros argumentos, las discusiones las deberemos dar cara a cara. Creo que aún hay mucha confusión,  poca discusión y nula auto critica. Particularmente, creo que debemos dejar de hacer política por el mal menor. Es tiempo de demostrar nuestro hartazgo en jugarnos por las candidaturas de individuos y estructuras que, como no nos pertenecen, después negocian por intereses privados y no públicos. Si somos Revolucionarios; y entendemos que la “Real Politik” nacional ha puesto a nuestro espacio político en una crisis de identidad al borde de la auto destrucción política, y la “Real Politik” internacional ha propiciado un modelo político-económico y cultural que ponen en riesgo nuestra propia supervivencia como especie; debemos pasar a una acción colectiva que reflexione sobre todos estos procesos y proponga un plan de acción inmediato.

Entre otras cosas centrales, ningún dirigente kirchnerista, en estos 12 años de Proyecto Nacional y Popular, ha puesto en cuestión el consumismo, la calidad medio-ambiental, la dependencia estructural del sistema productivo industrial de orientación hacia el mercado interno respecto de las agro-divisas, ni la falta de soberanía popular a la hora de elegir a nuestros candidatos. Por el contrario, la lógica del “látigo y la billetera” se naturalizó. El que no se sometía a esta lógica –en muchísimos casos, lindante con la indignidad personal-, no tenía la más mínima posibilidad política de progresar dentro del gobierno.
Más allá de todo ello, se debe respetar, y creo que es válido tener una estrategia para el PJ, aunque en términos personales, y por mis propias experiencias, no crea que sea lo más importante para esta etapa. Pienso que se debe actuar para que el PJ nos necesite a nosotros y no al revés…

Evidentemente necesitamos discutir todo, pero insisto que no es tiempo de dividirnos por como analizamos el pasado sino unirnos por lo que esperamos de nuestro propio destino en un futuro diferente, que debemos construir desde la unidad popular. Apostar por mejorar, demostrándonos a nosotros mismos que se puede, y eso solo se logra intentándolo.

Qué fallas crees que hubo en estos 12 años? … qué pensás que sucedió con la “década ganada”? El giro a la derecha de corte neoliberal es un claro retroceso…cómo lo interpretás?

Insisto en que tenemos que plantearnos una nueva forma de construcción política en donde la representación sea propia, donde las candidaturas se construyan y no se impongan, en donde las propuestas surjan de la discusión popular, del trabajo de base, del ensayo y el error en la militancia diaria y cotidiana, en que de una vez por todas dejemos de confiar en tecnócratas ex ucedé, devenidos en FPV y ahora no sé qué. Seguimos asistiendo a una etapa en donde la vieja lógica de construcción política sigue en pie, con aquellos mismos referentes. En el caso de los sindicatos hay gente que lleva más de 40 años atornillada a un sillón y siendo millonarios dicen defender los derechos de los más necesitados. Creo que eso tiene que terminar, y pienso que la única forma de que eso termine es que surja una nueva alternativa que demuestre en los hechos que se puede hacer política de otro modo, que se debe hacer política de otro modo si nos consideramos nacionalistas, populares y revolucionarios. Porque si no, seguiremos asistiendo a la historia interminable de la Argentina, que bandea, a izquierda y derecha, construyendo relatos de izquierda, desde proyectos reformistas que no cambian las estructuras y terminan siendo revertidos por proyectos liberales de derecha. Lo que se construyó en 12 años se destruye en 3 meses y eso tiene que acabar. La única forma de que eso termine es que las estructuras se redefinan y la única manera de que las estructuras se redefinan de manera duradera, es construir nuevas estructuras políticas apoyadas por la inmensa mayoría social, y que desde allí se deriven nuevas estructuras económicas, sociales y culturales. Para eso hay que hacer una enorme reconstrucción de los valores éticos y morales de la sociedad, en su conjunto, y replantearnos la lógica del trabajo colectivo, asumiendo que cuando uno administra los dineros públicos, ese dinero no nos pertenece, ya que somos simples administradores de la plata pública que se junta, en muchos casos, con el esfuerzo, el sudor y el trabajo de los argentinos que esperan, entre otras cosas, que ese dinero revierta en el desarrollo nacional y en la constitución de derechos en enormes capas sociales de la Argentina, que hoy siguen careciendo de ellos. Derechos tan básicos como la Alimentación sana y saludable, la Vivienda, en un hábitat vivible, el Trabajo digno y en blanco, con justa redistribución de tiempo, esfuerzo y dinero, la Educación Pública de calidad, o el acceso igualitario a una Sanidad Pública que no discrimine por territorio o sindicato al cual pertenezcamos, hoy siguen sin ser garantizados. En muchos casos, ni siquiera discutidos como objetivos del Estado, en el corto plazo.

El retroceso que implica el giro neo liberal debe ser interpretado en clave regional. Argentina es el último episodio de una nueva reorientación imperial del Norte hacia el Sur del Continente. Los procesos populares (de inicios del siglo XXI) iniciados con la Revolución Bolivariana (hoy sitiada política y económicamente, y al borde de una guerra civil), y que han incluido a la Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay (a Chile y a Perú no los incluyo porque nunca han logrado salir del todo del eje geo-político anglo-norteamericano), hemos sufrido los mismos problemas, cada cual con sus particularidades y en distinto grado. Por ello, para hacer duraderos los cambios necesarios en las estructuras de dependencia económica de nuestros países, la propuesta del nacionalismo popular revolucionario en la actualidad debe resignificarse a través de una apuesta política que incluya un cambio de estructuras en función del desarrollo integralmente sostenible, basado en políticas de estado que rompan la oscilación “reformismo populista – ajuste liberal” y que permitan plantear una verdadera integración económica continental de la Patria Grande. Eso incluye una política de defensa común, y el avance hacia una divisa común (que no tiene porqué anular las monedas locales), que garanticen la independencia económica (sobre nuestros recursos naturales) y la soberanía política de la Patria Grande.

Estamos en una etapa nueva, cómo pensás que va desarrollarse este momento, y qué posibilidades de cambio ves a corto plazo?

Estamos en una etapa nueva. Lamentablemente es peor que la anterior, pero sí creo, y a modo de autocrítica, esta es una etapa a la que se ha llegado como consecuencia de muchísimos errores de nuestros dirigentes, incluida Cristina (a mayor grado de representación en la Conducción del Proyecto, mayor grado de responsabilidad en el fracaso de la profundización y continuidad del mismo). Creo que en ese marco todas las estructuras militantes, y los militantes individuales, pifiamos, por acción u omisión. Aunque, es evidente, que el grado de responsabilidad no es el mismo entre individuos y estructuras. Pero la obediencia debida, en política, no existe sin la responsabilidad personal o colectiva de quien la obedece, bien sea por obsecuencia, oportunismo o incapacidad de plantear las diferencias. Creo que estamos iniciando una atapa en donde primero vamos a asistir a la defección de muchísimos ex aplaudidores y por otro lado a un proceso que se está empezando a dar, de discusión profunda del porqué hemos llegado a la situación actual y como se puede hacer para salir de ella. Insisto que debe ser un proceso de mucha reflexión y en donde la conclusión evidentemente termina siendo la de toda la historia, que es la unidad popular. En este nuevo intento de construcción de unidad popular, deberemos tener en cuenta que para volver a construir un nuevo poder, a partir de la de organización popular, necesitamos no cometer los errores que se vienen cometiendo y que creo que tienen que ver con no plantear un “para qué” claro, es decir, un “para qué” que incluya; las reformas estructurales, la ética, como bandera revolucionaria, y el no confiar en forma ciega ni obsecuente en el endiosamiento de dirigentes salvadores, que han demostrado en muchísimas ocasiones, que están más preocupados por sus egos y/o por sus intereses particulares, que tienen más que ver con el enriquecimiento ilícito, en muchos casos, que en salvaguardar los intereses y necesidades populares.

Qué propuesta estas trabajando en el territorio con los compañeros?
Cuáles son las consecuencias del deterioro a nivel económico y social que está produciendo Macri con los despidos y la brutal transferencia de recursos? Y a dónde nos lleva?

La propuesta, que en definitiva es mi posición particular, y que la estamos trabajando a nivel local, por ahora, es reflexionar a partir de un diagnóstico histórico que nos ayude a entender por qué, por primera vez en la historia argentina, la derecha oligárquica gana una elección presidencial. Yo creo, e insisto en que hay mucho más de defección de la casta política argentina, donde está incluido el PJ y el FPV. Por obsecuencia hacia Cristina, por no haber planteado la necesidad de profundizar, corrigiendo errores de forma, pero transformando el proyecto con una direccionalidad estructural que pudiera plasmarse en un nuevo proceso constituyente, construyendo una candidatura que fuera mucho más allá del punto al cual habíamos llegado. Para que eso sea posible debemos armar redes de construcción política, en donde cada punto nodal de trabajo sea una estructura local, organizada en áreas de trabajo. Dichas áreas de trabajo deben centrarse en la construcción política específica, a través de la militancia genuina; social, política o cultural; enfocándose en los distintos ámbitos de la vida pública, con implicancias directas en el barrio, el municipio, luego el departamento y más allá la provincia, coordinando entre las diferentes experiencias locales, para poder constituirnos en una gran red provincial, y desde allí abordar, con una lógica genuinamente federal, el replanteo del armado nacional de una estructura electoral que esté en condiciones de ganar una elección. Eso requiere constituirse en un nuevo partido político. Pero sabiendo de antemano para qué. Es decir, ir complejizando la red, hacia arriba y hacia abajo, en función de poder construir, a través del trabajo colectivo, propuestas políticas que lleven a planes de gobierno que se plasmen a través de candidaturas de unidad popular, que surjan en estos 4 años, desde el trabajo y no a partir de la vieja lógica de candidaturas que se imponen desde arriba. Basta de seguir apostando siempre por la representación de tal o cual, que termina siendo siempre riesgoso, en función de las traiciones, las famosas correlaciones de fuerzas y de la real-politik, en donde al final se avanza poco y se corre el riesgo cierto, como está pasando hoy, de que todo sea reversible en muy poquito tiempo.

No seríamos honestos, en términos intelectuales, si no aclaramos que los problemas actuales de la economía no pueden ser causa de un gobierno que lleva dos meses en la gestión económica de los mismos. Parte de las causa de la derrota electoral del 22 de Noviembre, fueron los problemas económicos que ya veníamos sufriendo. El déficit público era sideral (7% del PBI), e insostenible en el tiempo. Un sistema de subsidios público de las tarifas que denotaba una enorme injusticia en su distribución por territorios (con el agravante de sostener los subsidios en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, en detrimento del interior del País). Un Sistema Productivo que se encontraba estancado, conviviendo con una estructura de precios creciente, que concentraba su crecimiento en los sectores más críticos para los sectores populares (alimentos, vestimenta, insumos para la construcción, precio de la tierra urbana). Pérdida real del poder adquisitivo del salario en los últimos dos años. Pervivencia de enormes capas sociales con trabajo precario y/o en negro (casi el 40% del total). Falta de crédito productivo a tasas razonables. Insuficiencia de divisas para sostener la dependencia estructural de nuestro sistema industrial de orientación hacia el mercado interno. Una fiscalidad claramente mejorable en su justicia distributiva, tanto en sus escalas como en los sujetos imponibles (sobre todo en los sectores financieros ligados al comercio interno y externo). Todas estas problemáticas tienen que ver con una deficiencia estructural de la Argentina productiva, obviamente no achacables a los gobiernos de Duhalde-Néstor-Cristina, pero sí observables en la falta de voluntad política de intentar modificarlas. Dichos problemas estructurales del sistema productivo nacional radican; por un lado, en ser extremadamente dependiente de los precios internacionales de nuestras “commodities”; por otro lado, con una estructura productiva (y poblacional) concentrada en el área metropolitana de Buenos Aires, en detrimento del desarrollo de las economías regionales (que no deberían ser entendidas sólo como proveedoras de recursos naturales del centro productivo), y una total insuficiencia de las infraestructuras nacionales (ferrocarriles, vías de navegación internas, redes de desarrollo local interconectadas sin tener que pasar por Bs. As., economías de escala para la economía social, soberanía alimentaria y productiva para los grandes centros urbanos del interior, redes de interconexión eléctrica y de fibra óptica en el interior, cambio estructural de la matriz energética –aprovechando las potencialidades eólicas, solares e hidráulicas del interior-) que puedan saldar las fuertes restricciones de escala que tenemos (un territorio tan grande como Europa Occidental, con una población que no excede los 45 millones de habitantes, distribuidos de manera muy desigual) para un desarrollo productivo que pueda plantearse una internacionalización (empezando por Sudamérica) que mitigue la fuerte dependencia de las agro divisas. En los últimos dos años, esa deficiencia había sido saldada mediante el “swap” chino de unos 20.000 millones de dólares. Pero ese financiamiento externo “alternativo”, evidentemente, no podía ser sostenido en el tiempo sin entregar más y más cotas de soberanía nacional a un imperio que, por más “alternativo” que sea, no deja de ser un imperio extranjero.

Frente a este panorama, las consecuencias de las políticas de ajuste de shock “clásico”, son conocidas y estamos sólo ante el inicio de dicho ajuste. El aumento del desempleo, mucho más grave en el sector privado (aún no explicitado), por las implicancias en el consumo y en la producción nacional agregada, además de la afectación directa al trabajo informal –es lo primero que las clases medias achican-, que en el público (sin desmerecer la gravedad del achicamiento de dicho sector), generará una reducción masiva del consumo, a partir de lo cual se empieza con la dualización social (incluidos vs. excluidos, dicha dualización se amortiguó, no desapareció), lo que agrava la inequidad y la conflictividad. Por otro lado, cuando una política devaluatoria no es acompañado de un shock productivo (no pareciera que fuera el caso), los “beneficios” en términos de recuperación exportadora se agotan en una traslación de la depreciación de la moneda a los precios “ancla” de la economía (en nuestro caso los alimentos, que son nuestros bienes exportables), haciendo bajar de inmediato el poder adquisitivo del salario. El “sinceramiento” de las tarifas públicas, se transforma en un nuevo ajuste de la capacidad adquisitiva, bien sea a través de las propias tarifas, bien sea en la traslación de los mayores costos productivos a los precios. En este marco, cuando los precios se transforman en el principal problema de los trabajadores, el gobierno apelará a la apertura de las importaciones para controlar esta inflación, y de este modo, se termina por darle la estocada final al sistema productivo nacional. Pero, lo realmente preocupante de toda esta situación es que este ajuste de shock “clásico” se está dando en un escenario económico internacional crecientemente recesivo. Es decir, con precios internacionales a la baja, guerra de divisas (todos apelan a la devaluación), una mayor concentración de los gastos públicos de las potencias en sus presupuestos militares, una tendencia creciente a la disminución del comercio internacional, y una crisis financiera internacional que aún no sabemos hasta dónde puede llegar. En ese contexto, transferir recursos impositivos del Estado (disminución masiva de retenciones a las agro-exportaciones), implicará menos capacidad pública de gestión ante el empobrecimiento masivo de grande capas sociales. Esta incapacidad de gestión frente a la pobreza creciente llevará, sin lugar a dudas, a una conflictividad social creciente. Los argentinos ya estamos acostumbrados a convivir con la conflictividad creciente, hasta que esta deriva en estallido social. En el medio, millones de personas pasan a la pobreza, y los que no habían dejado de ser pobres pasan a la indigencia. La única respuesta posible que nos queda a los militantes es prepararnos para construir una alternativa a la casta política que siempre nos lleva de manera irresponsable a esta terrible encrucijada social. La Unidad Popular, sin delegarla en candidaturas ajenas, y con proyectos claros de otra forma de gobierno. Estudiando los cómos, para llegar al Poder y saber para qué, así dejaremos de sufrir cada diez o doce años este flagelo repetitivo. Sin cambios estructurales plasmados en una Constitución, volveremos a caer en esta trampa.

Mario Javier Firmenich, 39 años, casado y padre de tres hijos. Licenciado en Economía, por la Universidad de Barcelona. Profesor de Historia Económica y Social, e Historia Económica Argentina en la Facultad Ciencias Económicas de Universidad Nacional de Córdoba (UNC), delegado sindical de dicha Facultad, y Doctorando en Administración y Políticas Publicas del Instituto de Formación en Administración y Políticas Publicas de la UNC. Militante desde hace más de 25 años.-

**Entrevista realizada por María Fernanda de  la Quintana
Periodista.  Licenciada en Ciencias y Humanidades.
Posgrado “Bioética y Derechos Humanos en América Latina”. UBA.- Posgrado “Formulación, diseño y evaluación de impacto en Políticas Sociales”. UBA.- Posgrado “Prácticas de Cuidado e Intervención Socio Sanitarias”.- Posgrado “Sociología de la Alfabetización”.  UBA

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