Unidad, disciplina y renovación, tres premisas esenciales de los comunistas vietnamitas

 

por Carlos Aznárez *, Resumen Latinoamericano, 31 de enero 2016.- Cuando días atrás, el reelecto secretario general del Partido Comunista de Vietnam (PCV), Nguyen Phu Trong expresara, en el cierre del XII Congreso Nacional del Partido, que se comprometía a asumir las tradiciones gloriosas y experiencias valiosas del PCV, quedaba claro que nada ni nadie puede torcer el rumbo de un proceso que desde el exterior puede verse con ciertas dificultades producto de la gran desinformación, pero que al correr de los años demuestra a propios y extraños que la senda trazada por los protagonistas históricos de la Revolución Vietnamita sigue vigente.

Phu Trong habló de fortalecer la unidad y el consenso entre los militantes, compatibilizar los lineamientos con acciones, continuar renovando vigorosamente la ideología, aplicar de manera creativa el marxismo – leninismo y el pensamiento de Ho Chi Minh y proseguir la causa de independencia nacional y el socialismo. Más allá de la calurosa ovación de miles de delegados y militantes, lo que el dirigente del PCV estaba apuntando es que, como el pueblo vietnamita, la dirigencia tiene buena memoria de todo lo que ha significado de sacrificio consolidar en la práctica la inmensa victoria militar de 1975 contra el imperialismo norteamericano, y luego ponerse a construir hombro con hombro una nación que hoy es ejemplo en la región.

A la hora de elegir las nuevas autoridades del Comité Central, el XII Congreso también prestó particular atención de que además de campesinos, obreros e intelectuales, los cuadros jóvenes del Partido ocupen un lugar destacado en las decisiones a futuro, teniendo en cuenta que Vietnam es un país donde la juventud abarca un alto porcentaje de la población. Por ello, no llamó la atención que varios representantes convocaran a revisar continuamente las políticas relativas a los jóvenes en todos los niveles y plantear medidas intersectoriales en su favor. Es cierto que una importante franja de esa generación juvenil no nació en tiempos de guerra, pero no por eso está exenta de espíritu patriótico y hace de la militancia constructiva algo indispensable en sus vidas. Los ejemplos de entrega y compromiso de Ho Chi Minh, Le Duan y todos los protagonistas del movimiento revolucionario vietnamita son más que un acicate para las nuevas camadas de jóvenes que se suman al proceso de seguir avanzando en el socialismo, sino que representan el espejo donde, frente a cualquier dificultad o brote de escepticismo, se hace obligatorio mirarse.

El aspecto de la pujante economía vietnamita y la ratificación de su “nuevo modelo” estuvo presente en los debates y ponencias del XII Congreso, en las que se sostuvo como necesario cualificar aún más la productividad que permite la exportación de las riquezas del país, como el café y el arroz, además de otros productos de características industriales. Otro rubro que sigue creciendo y que permite un mayor conocimiento “in situ” de la realidad vietnamita es el turismo, que en los últimos años no sólo se ha potenciado desde los países de Europa y Asia, sino que ahora ese mismo fenómeno ha incorporado como visitantes destacados a personas del continente latinoamericano.

Otro tema que sobresalió en este Congreso, es algo de lo que el Tío Ho hizo una virtud: insistir en la necesidad de la unidad de todos los revolucionarios, de todo el pueblo, para afrontar los desafíos del presente en que la guerra económica intercapitalista provoca derivaciones de distinto calibre en cada uno de los continentes. Sólo con esa unidad, pero también con disciplina, democracia deliberativa, renovación y la indispensable conducción política estratégica del Partido, se puede enfrentar la edificación de un futuro más sólido. Vietnam, su pueblo y su dirección revolucionaria lo han venido demostrando, y ahora que el XII Congreso ha finalizado, es indudable que se ha producido una nueva revalorización en la auto-estima de esos hombres y mujeres, jóvenes y veteranos de la Guerra de Liberación, que permitirá llevar adelante las premisas acordadas en estos días de intenso debate partidario.

Una vez que los delegados al XII Congreso aprobaron el Informe Político, y dejaron establecido redoblar la batalla para seguir implementando el plan de desarrollo socioeconómico en 2011-2015 y las orientaciones y tareas para los próximos cinco años, volvieron a mostrar que en Vietnam la planificación es esencial, pero no escatimaron palabras para insistir en que la crítica y la autocrítica son también herramientas fundamentales para que cualquiera de las medidas impulsadas no se reduzcan a consignas. Algo que en el mundo occidental es moneda corriente y que deriva en el desencanto ciudadano al no sentir a sus representante como propios. Todo lo contrario de lo que ocurre en Vietnam, donde cada delegado partidario sabe que él no está hablando por sí mismo, sino en nombre de miles de personas que lo han mandatado para que exponga en instancias como el propio Congreso del Partido, sus reclamos y también su apoyo patriótico para que la estrella luminosa del Tío Ho siga iluminando el futuro de la Nación.

* Director del periódico Resumen Latinoamericano

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