La situación en Gaza, al borde del colapso, podría desencadenar la guerra

Ahmed al-Burai/Resumen Medio Oriente/Middle East Monitor*, 7 de enero de 2016 – “Conté uno a uno todos los disparos que recibió en el pecho. ¿Por qué le dispararon? Estaba desnudo y agitaba las manos suplicando ayuda para conseguir la medicación para la herida que padecía desde la batalla de al-Furkan de 2008”.

Esas fueron las palabras de la madre de Issac Hassan, un joven recientemente asesinado por un soldado egipcio mientras braceaba desesperadamente tratando de salvar su vida en una zona de mar en territorio egipcio.

La madre rompió a llorar añadiendo: “Siempre recibimos a nuestros mártires con gritos de alegría y nos sentimos orgullosos de ellos porque han muerto asesinados por nuestros enemigos, no por un hermano musulmán. No sé qué decir ahora; desearía que todo fuera una pesadilla de la que pudiera pronto despertarme”.

El Egipto dirigido por Sisi definió a Gaza como entidad hostil y los representantes de Hamas fueron expulsados de Egipto, mientras, para colmo de ironías, se identificaba a los gazatíes como enemigos de la República de Egipto y como una amenaza inminente para su seguridad nacional.

Últimamente, los generales que gobiernan Egipto han estado tratando de persuadir a Israel de que no permita ningún empoderamiento de Turquía en la Franja de Gaza, sobre todo después de que se haya sabido de la existencia de conversaciones para la reconciliación entre Turquía e Israel. Los requisitos previos que exige Turquía para normalizar relaciones con Israel de priorizar el levantamiento del bloqueo contra Gaza han exasperado al parecer a los generales del régimen de Sisi.

Los palestinos creen que Egipto está trabajando duro para impedir cualquier acuerdo que pueda suavizar el asfixiante asedio contra su enclave costero. El Egipto de Sisi ha logrado ya con éxito destruir completamente los “túneles de la vida” entre Egipto y Gaza y ha bloqueado casi totalmente el único cruce fronterizo de que disponen los gazatíes.

Hamas se vio enredado interna y regionalmente, encontrándose abiertamente “puesto en cuarentena” en formas insospechadas cuando su alma máter, el Movimiento de la Hermandad Musulmana estuvo en el poder hace dos años. Mientras tanto, y debido a los apremiantes retos, Hamas intentó políticamente acoger conversaciones de reconciliación con el rival Movimiento Palestino Fatah en Cisjordania; sin embargo, todos los esfuerzos han sido inútiles.

Hamas se vio literalmente empujado a reavivar sus relaciones con Irán tras su fracaso a la hora de encontrar un patrocinador de sustitución o un suministrador de logística militar que llenara el vacío iraní. Incluso con el riesgo de que el mundo suní abominara en gran medida de Hamas tras la implicación sectaria iraní en Siria, Hamas canalizó la mayor parte de sus esfuerzos a restaurar la relación estratégica con la República de Irán, haciendo la vista gorda ante la drástica ruptura de las políticas exteriores iraníes en toda la región y el asombroso acercamiento entre la República Islámica de Irán y el “Gran Satán”, Estados Unidos.

Gaza ha ido pasando por crisis horribles desde que Hamas salió elegido en 2006. La Franja se ha convertido en un lugar insoportable para la vida de cualquier criatura porque no hay agua, ni electricidad, ni salarios, ni alimentos, ni reconstrucción, ni esperanza, y lo que es peor, no hay nadie que se atreva a prometer cambio alguno. Gaza camina por la cuerda floja con toda una combinación de dilemas que privan velozmente a sus ciudadanos de las necesidades más básicas, una situación que podría provocar finalmente que el volcán entrase en erupción.

Tanto los gazatíes como Hamas están aún tambaleándose por las consecuencias de la última guerra sangrienta que se llevó miles de vidas y dejó a Gaza convertida en montones de escombros, donde decenas de miles de personas quedaron por completo desplazadas. Por tanto, sin ni la más mínima posibilidad de cambio, los jóvenes gazatíes prefieren morir en el campo de batalla antes que de hambre y enfermedades si el bloqueo de la Franja sigue sin levantarse.

Desde el estallido de la tercera intifada de al-Aqsa, decenas de gazatíes han muerto asesinados durante los enfrentamientos con las fuerzas de la ocupación israelí en las fronteras orientales de Gaza. Fueron muchos los que pidieron a las brigadas Izz ad-Din al-Qasam que reiniciaran los lanzamientos de cohetes y morteros hacia Israel en respuesta a las violaciones de Israel en la mezquita de al-Aqsa.

El curso de los acontecimientos en Cisjordania y Jerusalén desde el estallido de la tercera Intifada de al-Aqsa constituye una salida segura para Hamas porque el impulso de los “inspiradores” ataques con cuchillo y la operación de atropellos con coche cubrirían en cierto modo las espaldas de Hamas y dispersarían el potencial bélico de Israel en caso de que estallara la guerra.

A diferencia de la pasada guerra, cuando Cisjordania y Jerusalén quedaron paralizadas incluso para manifestarse o mostrar simpatías hacia la Franja de Gaza, Hamas reconoció que la intensidad estratégica en cualquier próxima confrontación incendiaría las tierras de Jerusalén y Cisjordania.

La insolencia de Israel ha empujado a los jóvenes palestinos apolíticos y no partidistas a levantarse contra las violaciones y planes israelíes de demoler el tercer santuario más sagrado del Islam para construir su supuesto Templo del Monte.

Esos jóvenes son totalmente conscientes de las miserables condiciones de la Autoridad Palestina, saturada de corrupción, imbéciles y acusaciones de despilfarro de fondos públicos recientemente presentadas por un grupo de auditores que informaron que se había dilapidado aproximadamente el 40% del presupuesto.

Esto se produce en un momento en que la mayoría de esos jóvenes viven en un estado de incomprensión o más bien de clara negación de todo el proceso de paz y el aburrido cliché de la “paz duradera” porque siguen aún viviendo una realidad completamente diferente con los soldados y colonos armados de Israel burlándose de ellos, asaltándoles, masacrándoles y corriendo salvajemente con bebés en llamas.

Los palestinos creen firmemente que más tiempo equivale a nuevas construcciones de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén; la cifra de colonias se ha triplicado desde el proceso de Oslo. Mientras tanto, los habitantes de Gaza han sido desplazados o confinados en guetos o campos improvisados sin electricidad y sin poder satisfacer las necesidades más básicas de una vida decente y, en caso de que decidan trasladarse, acabarán muriendo ante las barreras de la desgracia y las puertas de la ignominia de Egipto e Israel.

La realidad sugiere que ni el mundo democrático ni Israel respetarán las normas básicas de las leyes internacionales de los derechos humanos en lo que se refiere al mundo árabe en general y a los palestinos en particular, todo ello en función del pretexto de la seguridad de Israel.

Esas democracias occidentales seguirán inequívocamente negando los derechos básicos de los palestinos. Sin embargo, deberán tener en cuenta que todos los intentos que lleven a cabo para “domar a la fiera” –Hamas- están condenados al fracaso. Las conversaciones Hamas-Blair estaban predestinadas a fracasar porque exigían la disociación de Gaza del resto de la causa palestina. Occidente debería respetar la elección del pueblo palestino, no puede excluir a Hamas porque es el actor más influyente en el conflicto.

En definitiva, la evolución de los “ataques inspiradores” en los Territorios Ocupados, junto a la obstrucción de las promesas por parte del Egipto liderado por Sisi, en caso de no llegar a un compromiso entre Turquía e Israel que asegure un puerto flotante o al menos alivie el bloqueo contra Gaza permitiendo que entren productos y materiales en el depauperado enclave, animarían a los desfavorecidos y abandonados gazatíes a contraatacar sin importar las consecuencias porque de una forma u otra, ahora o más adelante, es la muerte lo que les espera.

*Publicado en Rebelión (Traducido del inglés por Sinfo Fernández)

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