Tensión política entre Arabia Saudita e Irán

Guido Luppino/Resumen Medio Oriente, 6 de enero de 2015 – El reino saudí comenzó el año con la ejecución de 47 personas, entre las cuales se encontraba un clérigo chiíta. Este hecho desató el pronto malestar desde la República Islámica de Irán.

El sábado pasado la región de Medio Oriente amaneció con la noticia de 47 nuevas ejecuciones a cargo del país más rico de la península arábiga. Los ejecutados fueron condenados por distintos delitos, entre los que sobresalen el hecho de unirse a grupos terroristas, y la conspiración en contra del gobierno de Riad, capital de Arabia Saudita.

Lo más destacado fue que entre los ejecutados se encontraba Nimr al-Nimr, clérigo chiíta que encabezó un movimiento de protestas, desde el año 2011, contra el reino.

Arabia Saudita es un reino donde predomina la rama sunnita del islam, ferviente rival del chiísmo islámico. Dentro del país prevalece y domina la doctrina wahhabita, que es la misma que expresa y pretende divulgar el Estado Islámico, agrupación reconocida internacionalmente como terrorista. Desde la asunción del rey Salman, en enero del pasado año, las ejecuciones se han disparado llegando al número increíble de 153 ejecutados en todo el 2015. El inicio de este nuevo año, con 47 ejecuciones al mismo tiempo, ya marcó que se continuara con la misma línea de justicia que entiende el rey.

Como era de esperar, lo sucedido provocó respuestas y las reacciones, desde Irán y otros países, no tardaron en llegar, tanto en el ámbito político como en el de la población civil.

Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores el repudio a lo acontecido fue unánime, y se refirieron a la ejecución de Nimr como un acto de “irresponsabilidad e imprudencia”, advirtiendo que el país del rey Salman pagará “un alto precio” por lo sucedido. El encargado de expresar estas palabras fue el portavoz del Ministerio, Hossein Ansari Jaber, luego de pedir, en reiteradas ocasiones, que se impugne de la sanción al clérigo chiíta. El líder supremo de la República Islámica de Irán, el Ayatolá Ali Jamenei, también expresó su malestar con lo sucedido en el país saudí.

En cuanto a la población civil, las reacciones fueron inmediatas también. Las ciudades de Teherán, capital iraní, y Masshad fueron escenarios de fuertes protestas. En la capital miles de manifestantes se agruparon frente a la embajada saudí, provocando múltiples incidentes que concluyeron con el incendio de una parte del edificio. La fuerza de seguridad local tuvo que interceder para desalojar la zona.

Luego de los actos violentos que terminaron con el asalto de la embajada saudí en Irán, desde Riad se confirmó que a partir de ese preciso momento se rompían relaciones diplomáticas con Irán. Tres aliados de Arabia Saudita tomaron medidas semejantes. Los países de Bahréin y Sudán actuaron de la misma manera que su aliado, mientras que los Emiratos Árabes Unidos retiraron a su embajador de Teherán.

En el Líbano también se vivieron protestas, pero las mismas fueron de menor intensidad que las acontecidas en Irán. Por otra parte, la agrupación libanesa chiíta, Hezbolá, también se manifestó en contra de las ejecuciones.

En contra posición a las manifestaciones ocurridas en Teherán y el Líbano, los funcionarios de los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin defendieron a la Casa de Saud, dinastía de la familia real de Arabia Saudita, alegando que las ejecuciones fueron necesarias para hacer frente a las amenazas terroristas que financia la República Islámica de Irán.

Si bien muchos países se han manifestado por lo sucedido, se espera las reacciones de Rusia y los Estados Unidos, potencias mundiales que participan en el conflicto sirio.

Las recientes ejecuciones tuvieron lugar dentro de un marco económico que no es nada favorable para el país del Golfo Pérsico. Recientemente se ha anunciado un déficit económico que es record negativo, lo cual sitúa en una incómoda posición a Arabia Saudita frente al año recién comenzado. Por otro lado, se aprobó el aumento del 50% en los combustibles. El reino ya ha demostrado que su prioridad es el conflicto civil en Yemen, donde encabezan una coalición para frenar el avance de los huthies, agrupación guerrillera de la rama chiíta del islam. Es este objetivo principal donde estará destinado gran parte del presupuesto anual.

Por último, es interesante pensar como el mecanismo de ejecución utilizado por el Estado Islámico (ISIS) es igual al que usan desde Arabia Saudita. Pero a la vez, desde Riad se condena a muerte a quienes son acusados por formar parte de agrupaciones terroristas, lo cual parece una paradoja al ver como desde el reinado y el ISIS se manejan de parecidas maneras a la hora de condenar a muerte a quienes tildan de enemigos. No debemos olvidar, lo que ya es sabido, el financiamiento que recibe el Estado Islámico de determinados países, entre ellos Arabia Saudita.

Habrá que pensar el motivo de las ejecuciones, si bien en cierto que el wahhabismo predominante en el país hace de estos actos un forma de vida, podemos entenderlo como un posible mensaje directo hacia Teherán como así también una muestra de carácter político frente a la todavía inestabilidad política que vive la región de medio oriente desde los levantamientos populares de 2011, conocidos como la primavera árabe.

Una hipotética guerra chiíta- sunnita no beneficiaría a nadie, sino todo lo contrario, complicaría más aún la situación de la región que todavía se encuentra atravesada por el conflicto sirio.

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