La danza de los millones del Estado Islámico

Leandro Albani/Resumen Medio Oriente/Marcha, 15 de diciembre de 2015 – Los vehículos, uno detrás del otro, parecen gusanos que reptan por un desierto si dueño. Son decenas de camiones cisternas que parecen huir a toda prisa de Siria y buscar, de forma desesperada, cruzar hacia Turquía. Aunque las imágenes son blanco y negro y tomadas desde una altura indefinida, ese trayecto parejo y urgente de los camiones confirmó, otra vez, una verdad a voces: que el Estado Islámico (EI) acrecienta sus arcas con el tráfico ilegal de crudo que roba y comercia vía Turquía.

El video de los camiones del EI fue difundido por el Ministerio ruso de Defensa, en medio de las crecientes tensiones y acusaciones entre Moscú y Ankara, luego de que el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan derribara un caza ruso que sobrevolaba territorio sirio.

El control de pozos petroleros por parte de los mercenarios comandados por Abu Bakr al Baghdadi ya había sido denunciado por el propio Ejecutivo sirio en Naciones Unidas. El dinero recaudado por el EI con la venta de crudo es uno de los puntos neurálgicos para entender cómo opera el grupo terrorista, que esgrime la “pureza” del Islam pero que se preocupa cada vez más por obtener grandes réditos económicos.

Sobre el tráfico de petróleo desarrollado por los terroristas, la semana pasada el gobierno del presidente Bashar al Assad denunció que en estos últimos cinco años el Estado Islámico robó “48 millones de barriles de crudo”. La revelación fue hecha por el Ministerio de Petróleo y Recursos Minerales de Siria a la agencia Ria Novosti. Desde la cartera indicaron que de 2011 a 2015, Siria perdió unos 46.000 millones de dólares de los ingresos del petróleo. La capacidad de los terroristas para el trasiego de crudo se debe a que el EI controla vastas zonas de Al-Raqa, Homs, Al-Hasaka, Deir al-Zur, provincias con importantes yacimientos.

En octubre pasado, la agencia de noticias AP reveló que el Estado Islámico obtiene entre 40 y 50 millones de dólares al mes por la venta ilegal de crudo. Y desde la propia Casa Blanca alertaron, a través del subsecretario estadounidense del Tesoro Adam Szubin, que al Baghdadi y sus secuaces recaudaron más de 500 millones de dólares de la venta del petróleo en el mercado negro.

Desde que las tensiones entre Rusia y Turquía aumentaron a niveles de alerta roja, el gobierno de Vladimir Putin apuntó contra Erdogan y su complicidad con el Estado Islámico, lo que permite la extracción y contrabando del petróleo sirio. En noviembre, el canciller ruso Serguei Lavrov afirmó que la Coalición militar liderada por Washington hace oídos sordos al contrabando de crudo del EI.

La complicidad turca también fue señalada por su aliado Estados Unidos. El propio Szubin llamó a la administración de Ankara a tomar “medidas para poner fin al flujo de dinero de los combatientes a través de la frontera. Asegurar la seguridad de las fronteras será muy ventajoso”.

Otra voz que apuntó contra el Estado Islámico y sus cómplices fue Philip Giraldi, un ex agente de la CIA y especialista en contraterrorismo, quien denunció que la Casa Blanca es conciente de que Turquía compra el petróleo a los terroristas. Para el ex funcionario, Estados Unidos “sabía que los turcos se dedican a la compraventa de petróleo del Estado Islámico y obtienen grandes ganancias, por eso no bombardeaba sus columnas de camiones cisterna”. Giraldi agregó que ahora la aviación estadounidense “ha atacado algunos camiones cisterna que transportaban petróleo”, pero antes “no lo hacía porque sabía que esos vehículos estaban bajo la protección de Turquía, que acoge bases aéreas” de Estados Unidos.

Una nueva voz discordante fue la del coronel estadounidense Steve Warren que declaró que el 18 de noviembre pasado, durante un ataque sobre camiones cisternas del EI, “sobrevolamos los vehículos a baja altura para realizar una demostración de fuerza previa y, 45 minutos antes de la ofensiva, arrojamos unos papeles con la advertencia: ‘Destruiremos los camiones desde el aire. Abandonen los vehículos de inmediato. No arriesguen sus vidas’”.

Pero el golpe más fuerte para Turquía provino del presidente Putin, quien denunció que el derribo del avión por parte de Ankara “se debió al deseo de garantizar la seguridad de las rutas de suministro de petróleo” que trafica el EI. Durante la Cumbre del Clima que se celebró en Francia, el mandatario expresó que su gobierno posee “pruebas adicionales” que evidencian que “Turquía recibe cantidades industriales de crudo desde los yacimientos controlados por el Estado Islámico y otras organizaciones terroristas” en Siria.

Frente a esta situación, el gobierno de Erdogan esgrimió una defensa descabellada, en la que llegó a sostener que el petróleo robado por el EI es vendido a Rusia y al propio Estado sirio.

Este lunes, Moscú volvió a la carga y acusó a Estados Unidos y a Turquía por sus fallas a la hora de informar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre el contrabando de petróleo del Estado Islámico. “En virtud de la Resolución 2199, que fue aprobada en febrero por nuestra iniciativa, los países deben proporcionar información (sobre la financiación de los terroristas) al Consejo de Seguridad si poseen tal información”, declaró el embajador ruso ante la ONU, Vitali Churkin. El funcionario explicó que Washington tuvo que “proporcionar esa información, y por supuesto Turquía debía haber informado de cualquier comercio ilegal (de petróleo) que sucediese allí”, agregando que “no lo hicieron”.

Churkin anunció también que su país y la Casa Blanca se encuentran trabajando sobre una nueva resolución en Naciones Unidas sobre el comercio ilegal de petróleo, que obligaría al secretario general Ban Ki-Moon a entregar informes periódicos al respecto, o a la creación de “algún tipo de agencias antiterroristas”.

En estos días, los camiones del Estado Islámico que trafican petróleo son acechados desde cerca por la aviación rusa, que los tiene como objetivos principales. Pero las medidas concretas para detener el financiamiento del grupo terrorista tendrían que apuntar a cortar los vínculos del EI con los países que adquieren el crudo sirio. Si Estados Unidos y las potencias europeas esgrimen argumentos para sancionar a Cuba, Venezuela, Libia o Irán, ¿por qué no congelan las finanzas del Estado Islámico? La complicidad de Washington y Europa con los grupos irregulares que buscan derrocar al presidente al Assad es una respuesta que se reafirma cada día más.

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