México. Opinión:Por qué el narcotráfico ve con buenos ojos un Macri Presidente*. Le conviene el narcotráfico

Por Federico Bernal / Resumen Latinoamericano/ Diario Tiempo Argentino/ 19 de Nov. 2015.-  La semana pasada analizábamos el tratado de libre comercio suscripto entre México, EE UU y Canadá en 1994 (TLCAN) y cómo éste arrasó la economía mexicana, multiplicó la pobreza y el desempleo, a la vez que primarizó el aparato productivo e industrial doméstico. Dos décadas más tarde de haberse rendido a las imposiciones del FMI y Washington, la nación latinoamericana destaca por ser una de las más desiguales entre los 34 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ahora bien, la ausencia del Estado como garante de la seguridad jurídica de las clases populares y de una economía autosuficiente y moderna no viene sola, sino que trae consigo el exponencial y descontrolado incremento del crimen organizado, y en él, el narcotráfico. La experiencia mexicana, entre muchísimos otros casos perfectamente documentados, demuestra que la lucha contra este flagelo en el marco de una apertura comercial irrestricta y tratado de libre comercio con las naciones industrializadas en poder del terrorismo financiero y especulador occidental resultan absolutamente incompatibles. Mauricio Macri promete “terminar con el narcotráfico”. Pero su eventual administración conservadora, aperturista y destructora de un capitalismo nacional, de la agricultura familiar y de las economías regionales no hará sino sembrar las mismas condiciones que otrora favorecieron la expansión descontrolada del narcotráfico en México.

Narcotráfico y campo devastado
Desde la firma del TLCAN, en 1994, el sector agropecuario mexicano perdió 4,9 millones de empleos, generando 6 millones de emigrantes forzados. Los subsidios a la producción cayeron estrepitosamente, en proporción inversa a su incremento en EE UU. La dependencia externa en alimentos pasó del 15% en 1980 a casi el 45% en 2014. Hoy por hoy, el “mercado agroalimentario mexicano es dominado por 30 trasnacionales y sólo 10% de los agricultores del país son exitosos, mientras el déficit comercial es de 119.112 millones de dólares” (Periódico La Jornada – 20/02/14). La eliminación de las barreras a las importaciones derivó en alimentos con precios por las nubes, ahondando el ya de por sí deprimido ingreso de los agricultores familiares, en paralelo con una caída abismal del precio del maíz y otros productos agrícolas tradicionales. Este último factor, sumado a la ausencia progresiva del Estado, así como al empobrecimiento y desempleo generalizado de millones de campesinos fueron el perfecto caldo de cultivo para un narcotráfico desembozado y hegemónico.

Narcotráfico y libre comercio
En un trabajo de 2013 -actualizado al 11 de septiembre de 2015- investigadores de la Universidad de Nueva York estudiaron la vinculación entre la devastación agraria padecida por México y la escalada del narcotráfico en este mismo país. El informe se titula “Del maíz a la bruma: shock agrícola y el crecimiento del sector de las drogas en México”. Pues bien, en base a un relevamiento sobre 2296 municipios entre 1990-2010, los autores encuentran una relación directa entre la caída de los precios internos del maíz (cerca del 59%, entre 1990 y 2005) como consecuencia de la apertura indiscriminada de las importaciones estadounidenses y el incremento de los cultivos de marihuana y de amapola. La relación es estadísticamente similar para la presencia de cárteles, así como también para la verificación de asesinatos vinculados al narcotráfico. Dicen los autores en este sentido que disminuciones en los “precios [de los productos agrícolas tradicionales] afectan las decisiones estratégicas de los cárteles, los cuales se trasladan a territorios económicamente deprimidos [municipios] donde los campesinos se encuentran más predispuestos a suministrarles cultivos ilícitos”.

Desmantelamiento del IAPI mexicano
Señalan los investigadores que “la aplicación del TLCAN en 1994 inició la liberalización de este sector [agropecuario], ampliando las cuotas de las importaciones y reduciendo los aranceles. Esto precipitó una gran disminución en el precio del maíz en México: con excepción de un pico en 1995-1996, los precios se redujeron continuamente a lo largo de la década de 1990”. Cabe destacar que el 99% de las importaciones de maíz por parte de México proviene de EE UU. Asimismo, explican los autores que las políticas neoliberales aperturistas, sumadas a la caída constante del precio del maíz, han pauperizado al campesinado mexicano, no sólo a través de pérdidas masivas de puestos de trabajo sino en el ingreso real: “los ingresos promedios de trabajadores en los municipios afectados se ubican en 4500 pesos por mes (450 dólares a 2005)”, contra 3150 pesos para agricultores y menos de 2500 pesos para maiceros”. Pero el TLCAN fue mucho más allá de la eliminación de barreras a las importaciones. Cuentan los autores que entre “los cambios más dramáticos figuran el desmantelamiento de la CONASUPO, una agencia estatal que apoyaba a los pequeños y medianos agricultores a través del financiamiento, compra y almacenamiento de su producción… CONASUPO también participaba directamente en la comercialización de ciertos productos a través de su brazo de ventas al por mayor DICONSA”. En el libro Ajuste hacia la Paz, publicado por el PNUD, capítulo “Integración económica al TLCAN en México” se analiza con lujo de detalles el proceso privatizador y desnacionalizador del CONASUPO, de notables semejanzas a lo acontecido con las políticas agrarias del peronismo a manos de la Sociedad Rural y las administraciones conservadoras entre 1976 y mayo de 2003. El CONASUPO, que había iniciado sus funciones a comienzos de los años ’60, fue lo más parecido al IAPI argentino que tuvo México. A mediados de los ochenta se dio por iniciada su privatización, que fue acentuada a partir de 1993 y catapultada con la firma del TLCAN. Primero se liberalizaron las importaciones; luego se removieron las trabas a las exportaciones, se dejaron flotar los precios “techos” equiparándoselos a los internacionales y se eliminaron los subsidios y las regulaciones a la comercialización interna. A finales de los ’90 todas las distribuidoras, plantas industriales, almacenes y mercados del CONASUPO habían desaparecido o estaban en poder del sector privado local o estadounidense.

Neoliberalismo y crimen organizado
A modo de conclusión, los investigadores afirman que “las consecuencias de los cambios operados por el TLCAN… contribuyeron al crecimiento del narcotráfico” en México. Por supuesto que con estos resultados coindicen las agrupaciones, entidades y organizaciones de campesinos y de agricultores familiares mexicanos. “El libre comercio trajo también consecuencias sociales como la pauperización de las familias rurales, emigración, narcotráfico, violencia, el desgarramiento del tejido social y deterioro ambiental, además de un aumento en la obesidad y el sobrepeso por los cambios en la alimentación de la población” (Periódico La Jornada – 2/01/14). Los cálculos son contundentes: entre 1994 y 2014 abandonaron sus tierras 1,78 millones de campesinos. Al dispararse el desempleo y la migración, el narcotráfico empezó a entrar como una actividad complementaria: “La emigración y la falta de presencia del Estado generan vacíos que son ocupados por la delincuencia organizada. El narco empezó financiando actividades agropecuarias y después comprando propiedades. Al estar en las zonas de influencia del narcotráfico, los campesinos o tienen que producir forzadamente o se tienen que trasladar”. Cerrando con el caso argentino y las propuestas del mitrismo en su fase buitrista (léase, macrismo) de apertura indiscriminada de las importaciones, tratado de libre comercio con EE UU, megadevaluación, quita de subsidios y el retorno a un “campo” en poder de la Sociedad Rural, las economías regionales y la invasión de productos agropecuarios de Europa y EEUU generarán las condiciones óptimas para la proliferación de actividades delictivas como el narcotráfico. Agréguese a ello la nueva ley agrícola impulsada por la administración de Obama que aprueba 95.000 millones de dólares en subsidios anuales a los productores agropecuarios estadounidenses, tal y como acertadamente mencionara el doctor Mario Rapoport en Tiempo días atrás. De igual forma que contra el crimen y la violencia (del tipo que sea), la lucha contra el narcotráfico jamás prosperará en el marco de un proyecto político neoliberal. Por el contrario, la pauperización del sector agrario y su entrega al capitalismo financiero en un contexto de provincias y municipios nuevamente empobrecidos y endeudados, constituye el escenario más esperanzador para el crimen organizado en nuestro país (trata de personas, tráfico de armas, narcotráfico, etcétera). México es apenas uno de los innumerables, apabullantes y desgarradores ejemplos.  «

*Tomado de facebook.

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