Chile: Nuestra apuesta para la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile) 2016

Por Vicente Valle / Resumen Latinoamericano / 05 de Nov. 2015.-   Las conquistas no pueden consistir, ni en migajas, ni en pan que sea hambre para mañana; deben ser  logros  colectivos que restituyan a las familias trabajadoras chilenas la riqueza que producen y la soberanía que las clases dominantes le arrebatan. Atribuirle un papel relevante a las conquistas sociales concretas, al cumplimiento de nuestras demandas, no implica caer en un “todo o nada” reivindicativo.

Esta semana comenzaron las campañas para las elecciones de la FECH 2016, donde me ha correspondido encabezar la Lista E “Creando: organización para un nuevo Chile”, conformada por el Frente de Estudiantes Libertarios, Izquierda Autónoma, Convergencia de Izquierda y Fuerza Colectiva. Esta elección tendrá una importancia enorme para el Movimiento Social, considerando que el próximo año se tramitará la reforma educacional y comenzará el proceso constituyente. Así, desde nuestra alianza, la apuesta libertaria es por afrontar esta coyuntura iniciando un camino de refundación de la FECH, tarea que sabemos sobrepasa a una directiva y que debe acompasarse con cada momento concreto de lucha social. El 2011 maduraron corrientes de cambio que indudablemente dieron protagonismo a nuestra federación y sus dirigencias. Ha llegado la hora de contribuir a que esas corrientes decidan los destinos de Chile, lo que impone una FECH estructurada por la nueva cultura de sus bases. Una organización que sea ejemplo de eficacia en la lucha por Derechos Sociales, como el de una educación pública, gratuita y de calidad. Las familias trabajadoras del país no pueden esperar más. Son justamente ellas las que, con su intensificado trabajo, solventan estos derechos.

Tenemos un punto de partida difícil. Las y los estudiantes críticas/os del proyecto de reforma de la Nueva Mayoría, nos presentamos en seis listas separadas. Las izquierdas chilenas suelen establecer diferencias estratégicas fundadas en sesudos debates, sin embargo, no creo que dichas diferencias justifiquen darnos este lujo de dividirnos frente a un gobierno como el actual: injusto con sus propias/os trabajadoras/es, continuador de políticas sociales focalizadoras (sostenidas por el ministro Barraza del PC) y sumiso frente a la colusión del gran empresariado. Aun así, estamos humildemente convencidos de tener la capacidad para promover la unidad más importante en estas condiciones: aquella que se logra desde la base estudiantil. Desde esa construcción unitaria proponemos articular las luchas por un sistema estatal que garantice la educación como derecho social.

El carácter libertario de nuestra apuesta nos compromete a analizar, rigurosamente y desde abajo, la calidad de todos los posibles avances puestos en juego. Nuestra apuesta federativa reconoce que el avance hacia la justicia social requiere un largo desarrollo del poder popular, articulando conquistas concretas en el presente, con prácticas sociales que anticipen la sociedad futura. Las conquistas no pueden consistir, ni en migajas, ni en pan que sea hambre para mañana; deben ser logros colectivos que restituyan a las familias trabajadoras chilenas la riqueza que producen y la soberanía que las clases dominantes le arrebatan. Atribuirle un papel relevante a las conquistas sociales concretas, al cumplimiento de nuestras demandas, no implica caer en un “todo o nada” reivindicativo.

Un ejemplo de conquista concreta y avance, obtenido durante nuestra anterior presidencia en la FECH, fue la eliminación del DFL2, norma que prohibía la organización estudiantil en las universidades privadas. Allí hicimos política desde elMovimiento, imponiendo una decisión socialmente vinculante para que ninguna autoridad universitaria pueda hoy apelar a la legalidad en la represión de organizaciones estudiantiles (lo que, de seguro, se seguirá intentando). En cambio, NO consideramos como un avance la gratuidad vía becas que ha ofrecido recientemente el gobierno. Nuestra posición es clara y concordante con la del Movimiento: la gratuidad debe implicar financiamiento directo a las universidades, especialmente a las del Estado.

Proponemos también superar la práctica dirigencial de transformar las demandas estudiantiles en meras palancas que supuestamente apuran -por arriba- la crisis de la política tradicional. Esto es sostenido por una corriente de pensamiento que ha sobre-intelectualizado a una valiosa franja de estudiantes, para quienes hoy la política estudiantil debería empujar un reajuste del bloque en el poder, con la vana esperanza de un nuevo pacto social. Rechazamos tajantemente las posiciones que desconfían de los propios estudiantes y creen que todo se puede solucionar llegando por arriba a los salones de esa política; pero al mismo tiempo planteamos terminar con el temor de que la política contingente contamine la pureza de las luchas sociales, temor que suele cerrar caminos a los avances urgentemente requeridos por las familias trabajadoras chilenas.

Más fuertemente aun, proponemos combatir los intentos de aliar al Movimiento Estudiantil con el gobierno, para supuestamente “enfrentar juntos a los enemigos de las reformas”. Si alguien ha saboteado el fin de la segregación económica en la educación, así como el reemplazo del lucro por la responsabilidad del Estado, ha sido el Gobierno de la Nueva Mayoría. Sabemos que los avances concretos no se alcanzarán reduciéndonos al lobby parlamentario. Las victorias provendrán de la fuerza desplegada por el Movimiento Estudiantil en las más diversas formas y escenarios.

El actual reflujo del Movimiento se explica, tanto por sus años de contienda, como por la inflexión que lo atraviesa: ya no se trata más de las secuelas o los resabios del 2011, sino de una nueva fase en que debemos ponernos en posición de forzar transformaciones sustantivas al modelo y no solo sembrar denuncias (a menudo cosechadas por los poderosos). Es por ello que la apuesta libertaria busca iniciar la refundación de la FECH revitalizando la participación en los espacios locales; tal como concretamente contribuimos a hacer, desde nuestras reducidas posibilidades en la Secretaría de Comunicaciones FECH, este año 2015. Son las y los estudiantes, desde cada uno de sus espacios, quienes empujarán los cambios que Chile necesita.

Destacamos que nuestra apuesta encarna la necesaria independencia política respecto del gobierno nacional, pero también respecto de la rectoría y del senado universitario, situándonos siempre junto a las aspiraciones de las y los estudiantes. Los movimientos sociales no requieren de embajadores oficialistas. Cuando estos se presentan, ocurren hechos como los que este año han afectado al magisterio nacional y su desoído 97% de rechazo al proyecto de carrera docente.

Las demandas del Movimiento Estudiantil han demostrado ser antagónicas al proyecto de sociedad y país que encarna la Nueva Mayoría. Mientras el gobierno defiende los pilares del sistema educacional neoliberal, el Movimiento Estudiantil ha propuesto en un documento oficial de la Confech, un Nuevo Sistema Nacional de Educación Pública. Ese documento, invisibilizado por los gobernantes, define una manera firme y criteriosa de poner fin a la educación de mercado, así como la instauración de un sistema basado en los principios del derecho social: gratuito, universal y de calidad. Llevar adelante este proyecto requiere independencia con un gobierno rechazado por las mayorías sociales que han empujado los cambios, y también con autoridades universitarias que no terminan de definirse.

Concluyo reiterando que nuestra apuesta es la alternativa de unidad de la izquierda. En este contexto de absurdo fraccionamiento, apostar por los acuerdos colectivos, por generar consensos y por respetar las particularidades como condición para remar en conjunto, no es mero tacticismo, sino un ejemplo de lo que creemos es la principal herramienta para empujar los cambios: la unidad. Así, nuestra apuesta a la FECH, anticipada por el ejercicio mismo de la conformación de nuestra Lista “E”, busca ser un aporte a esa unidad y ser un articulador coherente de los deseos y aspiraciones de los y las estudiantes chilenas.

Entonces, ésta no es cualquier elección de la FECH. La lista ganadora deberá enfrentar el cierre de la coyuntura que se abriera el 2011 buscando una reforma educacional en franca ruptura con la herencia dictatorial. Para un año que marcará el destino mediato de los y las estudiantes chilenas (y de las deudas con que la mayoría iniciará el ejercicio de sus profesiones), nuestra apuesta es clara: fortalecimiento de las bases sociales universitarias, inicio de un camino refundacional para la Federación, unidad de la izquierda y de los movimientos sociales, independencia política del gobierno y de la rectoría, avances concretos para las estudiantes y sus familias, educación como derecho social.

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