Turquía: Erdogan escribe con sangre el triunfo “obtenido”.

Lucrecia Fernández/Resumen Medio Oriente, 3 de noviembre de 2015 – El año 2015 quedará como un año de lucha y rebelión para el pueblo turco. En un marco de unidad de las minorías oprimidas, e impulsado mayormente por el movimiento kurdo, lograban un histórico 13% en las elecciones del 7 de junio pasado. No solo ingresaban por primera vez al parlamento con 80 representantes (ya que el piso de ingreso es de 10%), sino que le arrebataban la mayoría absoluta a Recep Tayyip Erdogan, líder del AKP, luego de mantenerla por trece años consecutivos.

Sin embargo, en un país en aparente democracia donde el pueblo se expresó en las urnas, el gobierno -liderado con esta mayoría absoluta por el AKP- decidió no dar como válidas esas elecciones y llamó a votar nuevamente el 1 de noviembre.

Durante estos cinco meses Erdogan -en muchos casos dando vía libre a ISIS para cometer todo tipo de atentados- hizo todo lo posible para aterrorizar al pueblo con un mensaje claro: Él no estaba dispuesto a perder esa mayoría absoluta y aquellos que osaran enfrentarlo lo pagarían con cárcel, represión y muerte.

Frente a esto, la ciudadanía cansada de tantos atropellos por parte del Estado, eligieron resistir. El atentado de Suruç, el de Diyarbakir, el atentado de Ankara -el más grande de la historia de Turquía que terminó con más de 100 muertos-, los más de 150 jóvenes asesinados a manos de la policía turca, y los 2000 presos políticos que se sumaron a los 12.000 ya existentes en el país, no impidieron que la gente siguiera manifestando su intención de votar nuevamente al HDP (Partido Democrático del Pueblo).

La presión del Estado turco no se haría demorar, y la semana pasada intervinieron dos canales de TV y un periódico, acusándolos de hacer campaña contra Erdogan. Hubo muchas más muertes, las cuales incluso avanzaron a las ciudades centrales como Estambul, donde la policía asesinaba por la espalda a la joven Delik Dogan, de 25 años, mientras estaba en su casa.

En relación a lo electoral, durante la semana anterior a la votación trasladaron arbitrariamente los puntos de votación. Ciudades como Diyarbakir, donde el 96% de la población votó al HDP, se anoticiaban que no votarían en su localidad sino, sin explicación alguna, en otras ciudades a 200 y hasta a 300 kilómetros más alejadas. La misma maniobra sucedía en muchas otras localidades de la zona del Kurdistán turco.

A pesar de estas maniobras, el HDP y todos y todas las personas que son afines a este proyecto político, intensificaron la campaña, no se dejaron amedrentar y denunciaron incansablemente cada irregularidad y atropello sufrido. Ejemplo de esto es que el voto desde el extranjero aumentó el 22,5% en relación a las elecciones pasado -registrándose 1.200.000 personas habilitadas que en los comicios de junio- y en ese marco el HDP obtuvo el 20%.

Llegado el domingo electoral a lo largo y a lo ancho de Turquía se desplegó un mega operativo de las fuerzas especiales. A las siete de la mañana ya había noticias de colegios sin luz, coches cobra y camiones en los accesos de los colegios, controles a los que votaban por parte de policías armados y enmascaradas.

En las ciudades de Kurdistán había bloqueos en los accesos a las ciudades y sin mediar explicación no dejaban que la gente fuera a votar, y amedrentaban y amenazaban a cuanta persona quisiera enfrentar esa situación.

En declaraciones para el portal http://www.demokratikhaber.net y www.sandika.org durante el día electoral, podían leerse las denuncias de todos los puntos del país. Entre las denuncias realizadas era reiterado el reclamo de amenazas, controles y militarización absoluta de algunas ciudades; a veedores internacionales, como el caso de la delegación internacional que envió el Partido Comunista Francés, no se les permitió el acceso a los colegios. O la difícil situación que tuvieron que atravesar periodistas de distintos países a quienes se les quitaron las tarjetas de memoria con las imágenes y que luego se les ordenó que se retiren y no saquen fotos. Una de las denuncias las realizó un periodista francés a quien la policía le solicitó que se mantuviera alejado del lugar, ya que “a menudo accidentalmente se nos escapan balas”.

En este difícil contexto, las elecciones se desempeñaron en un clima de tensión y bronca. A medida que el escrutinio iba avanzando el peor escenario se revelaba. El AKP obtuvo la mayoría absoluta en el Parlamento.

Erdogan ya anticipó que una de sus primeras medidas será la de reformar la Constitución para que se otorguen poderes ejecutivos al Jefe del Estado, ya que en actualidad sus funciones se ven “limitadas” a la moderación de la pugna entre los partidos y a la promulgación de las leyes, con incluso la posibilidad de derecho de veto, como debería ser un sistema democrático.

De esta manera, los porcentajes son poco alentadores: 49% para el AKP, 25% para el CHP (Partido socialdemócrata y laico), 11,9% para la ultra derecha nacionalista islamista MHP y el 10,4% para el HDP. Lo que le daría a este último un total de 50 legisladores y la posibilidad por primera vez de tener representantes kurdos en el Parlamento.

Para el pueblo turco y kurdo y todas las minorías que habitan la nación, se avecinan momentos de resistencia y de lucha, aún más, seguramente, que los que ya venían atravesando.

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