Jorge “Tambero” Zabalza reivindica la senda trazada por el Che “En Uruguay seguimos porfiadamente planteando que hay que hacer la Revolución”

Resumen Latinoamericano/  20 octubre 2015 .-La idea de los organizadores del acto de homenaje al Che y a los tupamaros caídos en la toma de la localidad de Pando (el 8 de octubre de 1969) “es poder rescatar el mensaje de ambas gestas en un momento que se hace fundamental colocar una referencia de rebeldía para construir un proyecto revolucionario y combatir al sistema capitalista”. Con esas palabras abrió el acto realizado en el sindicato ADEOM el pasado 8 de octubre, Martín Hranilovic,  integrante de Asociación de Funcionarios de la Universidad de Trabajo del Uruguay (AFUTU). 

 

Hranilovic sostuvo que “se hace necesario e imprescindible crear una alternativa política. Esa debe ser una tarea de un conjunto de compañeros que nos venimos encontrando hace un tiempo, que hemos salido con esta consigna de que hay que hacer la Revolución, que tenemos un legado, que tenemos una historia, que no empezamos de cero, Nuestro pueblo tiene memoria y ha luchado contra este sistema y una vez más hay hombres y mujeres que están dispuestos a levantar ese conjunto de ideas que para nosotros es fundamental y que tiene que ver con la necesidad de resolver el problema del poder, la necesidad de apuntar al socialismo como negación del capitalismo. La manera de llegar al socialismo es a través de una Revolución que indefectiblemente, porque no los imponen nuestros enemigos, va a ser de carácter violento y esa revolución va a tener un profundo carácter clasista y antiimperialista. La revolución no es un proceso, un acto mágico, sino que todos los días desde hoy tenemos que construir relaciones distintas entre nosotros, entre nuestras organizaciones, para combatir al sistema”.

 

Luego, el orador presentó a Jorge “Tambero” Zabalza, quien fuera integrante de la conducción de los Tupamaros y ex prisionero político. Hoy, Zabalza es un agudo crítico del llamado “progresismo” uruguayo que representan, entre otros, sus ex compañeros José Mujica y el actual ministro de Defensa Fernández Huidobro, quienes han renunciado a los principios revolucionario sque sostenían en la década del 60-70 y se han pasado con todo al sostenimiento de recetas neoliberales y represivas.

 

Zabalza, comparó la época en que los Tupamaros luchaban contra los gobiernos de derecha –en los años 60 y 70- con la actual. Y apuntó: “hoy los trabajadores en el Uruguay tienen una masa salarial del 30%, se llevan el 30% de la torta del país, mientras que en esos años, previo al gobierno de Pacheco Areco, era el 40% el pedazo de la torta que tenía Uruguay. Sin embargo, a diferencia con la actualidad, la gente estaba en la calle peleando. Había que luchar y resistir. En esa época la propiedad de la tierra en el Uruguay, era de las 500 familias dueñas del país, pero estaba tres o cuatro veces menos concentrada que hoy.

En cuanto a la intervención de las corporaciones nacionales, Zabalza apuntó que “hoy el Gobierno del Frente Amplio recibe con una alegría tremenda a los capitales que vienen a invertir directamente del exterior. En esa época fue un hecho más que extraño cuando vino una empresa estadounidense a invertir en el frigorífico, y lo rechazábamos”.

La deuda externa era de 400 millones de dólares y cuando se fue la dictadura era de 800 millones de dólares. Es decir, nuestra vida, la vida del pueblo trabajador, estaba mucho menos determinada por la deuda externa que lo que está hoy. Uno se pregunta: por qué si hoy la explotación y la dependencia son mucho más graves que en aquella época, y se dan condiciones mucho más objetivas para lanzarse a hacer la revolución, la gente se resigna.

En aquella época cuando nos juntábamos con algunos compañeros nosotros sentíamos que el capitalismo llegaba a su fin y que el socialismo estaba al alcance de las manos. Hoy en día el capitalismo huele a eternidad, es muy fácil sostener que hay capitalismo para siempre y el socialismo se ve como un horizonte bastante lejano.

Prosiguió afirmando que: “aquel sentimiento fue la base de la revolución en Cuba, en Argelia, en Vietnam, o del Movimiento Juvenil del 68 en París, de la Universidad de Nanterre, de la Plaza Tlatelolco en Ciudad de México. Hoy no hay nada que lleve y que impulse a la gente a luchar por los mismos ideales y con la misma fe que en aquella época.

Está claro, llegó el progresismo en toda América Latina, reafirmando esa idea de que hay capitalismo para rato, porque el progresismo demuestra en los hechos concretos que es posible actuar en función de las corporaciones transnacionales, beneficiarse de sus ganancias, y a la vez controlar a aquellos que están peores en la sociedad, mediante un discurso y una retórica de izquierda, a la que le suman la ayuda asistencialista desde el gobierno. Es decir, han inventado el neoliberalismo con políticas sociales que hace que sea fácilmente manejable la voluntad de los pueblos.

Dentro del progresismo, en Uruguay “tenemos una fortuna muy particular” porque tenemos a varios ex guerrilleros que se han pasado a la otra vereda, que han cambiado de fila, que se han integrado al sistema, que han dejado de ser antisistema, que han dejado de luchar y tienen un discurso realmente capitulador. Ese ejemplo de ellos, ese papel que ellos están jugando permanentemente a través de su prédica y a través de sus actos, a través de las cosas más pequeñas como cualquiera de sus dichos en la televisión, es un mensaje de que aquella gesta de los 70 fue una especie de varicela juvenil que nos picaba mucho, pero ahora que nosotros maduramos, somos capaces de estar en el gobierno y de actuar como hombres de pro. Más allá del discurso y de algunas cuestiones de filosofía de boliche que puedan decir, lo real es que su mensaje por la vía de los hechos es de desaliento y de desánimo para la rebeldía de la gente.

Estamos actualmente en una especie de debate. Es decir, no nos dejan espacios para quienes seguimos porfiadamente planteando que hay que hacer la revolución. Es un papel lamentable el que han jugado estos ex compañeros y ex revolucionarios”.

 

Guevarismo en estos tiempos

Luego, Zabalza se refirió al Guevarismo: “Algunas de sus ideas básicas tienen que ver con la cuestión de la subjetividad, y con la importancia que el Che le daba a lo moral y a lo subjetivo, al estado de ánimo. Recién cuando la gente constata que sus reclamos son sistemáticamente rechazados y que cuando reclaman se los reprime severamente, cuando lo constatan en los hechos, recién entonces salen a la calle a demostrar su bronca.

Aquí lo hemos vivido en este año 2015, lo vivimos cuando Fernando Huidobro logró “convocar” la marcha más grande del 20 de mayo –aniversario de la instalación de la dictadura- gracias a la imbecilidad de todo lo que dijo con relación a quienes luchan por  verdad y justicia, y provocó una reacción que se vio en la calle, que fue la marcha más multitudinaria de las últimas décadas”.

Un gobierno represivo

“Este gobierno hace pocos días, provocó un fenómeno similar en la reacción de la gente cuando decretó la esencialidad de la educación para frenar una gigantesca huelga del sector. La gente sintió rechazados sus reclamos y reprimida su libertad para luchar y entonces salió a expresarse.

Esa es la expectativa y la esperanza que uno tiene, el saber que nuestro pueblo tiene esas reservas morales que lo vuelve capaz de erguirse y de enfrentar a la clase gobernante. De la misma manera, cuando un días se den cuenta de que no pueden aguantar más, entonces sí, se transformarán en gigantes que saldrán a luchar, como salieron en los años 70. Pero antes de que eso ocurra, vamos a seguir viviendo en esta pasividad tan espantosa”.

 

La inteción revolucionaria

“Cuando Ernesto Guevara estudia el problema de la subjetividad de los pueblos en “Guerra de guerrillas”  y él entiende que en Cuba fue la dictadura de Batista la que ambientó la reacción popular que hizo posible la toma del poder. Él entendía, que no son los pueblos los que rompen la paz social, o salen a la calle porque alguien con un discurso de enardecido les diga que tienen que hacer  la revolución, no, los que rompen la legalidad, los que eligen el camino de la violencia, los que desechan el camino de la amortiguación,  de la negociación,  es la clase dominante, son los burgueses. Hay un momento que deciden que no les sirve más el modo pacífico de dominar porque sus intereses exigen otra cosa, porque conservar las ganancias exige apretar más a los trabajadores, entonces optan por otro medio.

Es entonces, decía el Che Guevara, cuando la reacción ha roto la paz social y cuando los pueblos han salido a la calle, que la guerrilla puede crear las condiciones subjetivas que faltan. Pero es recién entonces, él no tenía una visión mágica de que se tiran unos tiros y a partir de ese momento, la revolución empieza a hacerse realidad. No, él tenía un estudio muy acabado en las cuestiones subjetivas.

De todas maneras, aunque uno sea incapaz de romper la pasividad de los pueblos, si no estuviéramos hoy acá, la intención revolucionaria hubiera desaparecido. La pretensión de hacer la revolución se mantiene porque hay núcleos que la sostienen y ese es el papel importantísimo que tienen los núcleos de quienes quieren hacer la revolución, quienes se atreven a hablar de revolución en tiempos de sequía, caminando en el desierto. De cierta manera, en esa rebelión de los grupos, se está anticipando lo otro, se está anticipando la expansión, la extensión, la insurrección de los espíritus que hacen que un día sea posible la Revolución.

Los núcleos revolucionarios tienen que ser provocadores del debate mediante su agitación, su propaganda, la inserción en los barrios, la inserción en el movimiento sindical, la inserción en los gremios estudiantiles. Tal vez nunca tuvimos mayor éxito en ese trabajo de dar manija, como se dice ahora, que en los años 92 y 93. Eran los tiempos de los asentamientos, cuando el 11% de la población de Montevideo se decidió a ocupar tierras, cuando hubo cooperativas de viviendas de FUCVAM que ocuparon tierras, cuando había una desesperación para construirse sus casas. Y así vimos conflictos como los 83 días del Sunca o conflictos como los del transporte cuando cerraron Onda, o el conflicto cuando despidieron a los compañeros del sindicato en Funsa.

Es decir, creo que nos demostró que la idea de hacer la revolución se mantenía de una forma más efectiva porque teníamos más posibilidades  y contábamos con medios de prensa, con una radio, y sobre todo teníamos la movilización popular. Creo que en esa época, a la altura del año 94, a la altura de la masacre del Hospital Filtro, estábamos en condiciones de dar un paso más adelante, y ahí fue cuando salieron del closet Mujica y Fernández Huidobro. En el año 94, después que el actual ministro de Defensa Huidobro se cansó de dar manija y decir disparates el 24 de agosto, por radio Panamericana, para que la gente fuera a pelear en el Filtro, al mes siguiente se proclamaba admirador de Mahatma Gandhi y de la resistencia no violenta.

No podemos saltearnos la importancia que todavía tiene la acción ideológica, en la lucha de ideas, en el control y la manipulación de la población. Porque nosotros, estamos dispuestos pero la fuerza determinante no somos nosotros sino es el pueblo que esta todavía un poco retrasado. Tenemos que hacer carne en eso, nuestra voluntad no es decisiva, lo decisivo es la voluntad de las grandes mayorías y ese es nuestro trabajo, el trabajo hormiga, el puerta a puerta, el poder hablar mano a mano”.

Siempre creímos, y leyendo profundamente  al Che uno de desasna de que no era así, de que la revolución era un acto de revolucionarios profesionales. No, es un acto de creación de grandes multitudes. Nuestro papel es provocar e incentivar, es inducir las ideas y la discusión que provocarán que en un determinado momento, cuando los sectores más reaccionarios rompan su propia legalidad  y salgan a dar palos, generarán que la gente se dé cuenta y se rebele y levante”.

 

No replegarse a pesar de todo

“Si hay algo que nos hizo pensar y reflexionar y releer al Che para entender algunas cosas  fue la experiencia. Es decir, experimentamos como nadie el desacople entre la velocidad en la que veníamos en los años 70, impetuosos pasamos por el costado de la conciencia popular a todo máquina, atropellamos las condiciones que existían en ese momento y eso nos llevó a la derrota. No tuvimos en cuenta el grado de desarrollo de la comprensión política de la gente, lo pisoteamos. La contradicción pasa por saber que no podemos dejarnos arrastrar por el repliegue, ni ubicarnos al mismo nivel de retraso que puede tener la conciencia popular, pero a la vez tampoco podemos alejarnos. Tampoco podemos con nuestros hechos o con nuestros dichos hacer cosas que nos alejen, porque estamos en un debate con gente que discutió por la revolución durante muchos años y que cada error que cometemos, cada palabra mal dicha, cada acción antes de tiempo o fuera de lugar,  va a ser aprovechada en ese debate para escarnecernos, para condenarnos, para satanizarnos, para convertirnos en demonio. No es nada fácil lo que nos espera compañeros, esperemos que Tabaré (Vázquez) siga “dándonos una mano” y próximamente se mande algún otro desplante autoritario como los que él suele tener y ese es el mejor ambiente con el que podemos contar”.

 

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