En Turquía los votos se recuperan a los tiros

Nicolás Zyssholtz/Resumen Latinoamericano/Notas, 21 de septiembre de 2015 – La escalada militar contra el PKK y la población kurda es una decisión política del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, que busca recuperar los votos nacionalistas para alcanzar la mayoría absoluta en el parlamento en las elecciones de noviembre.

Las elecciones parlamentarias en Turquía del pasado 5 de junio le dejaron al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) un sabor amargo: por primera vez en 12 años, el presidente Recep Tayyip Erdogan perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y debió encomendarle al primer ministro, Ahmet Davutoglu, la formación de un gabinete de coalición.

El presidente, sin embargo, no mostró demasiada voluntad por encontrar una salida negociada y eligió, en cambio, forzar una nueva elección, que tendrá lugar en noviembre. Allí aspira a recuperar los números anteriores a junio y volver a gobernar sin alianzas.

Buena parte de los contratiempos sufridos por el partido hegemónico tuvieron que ver con la aparición fulgurante del Partido Democrático de los Pueblos (HDP, por sus siglas en turco). Este espacio, formado en 2012 y relacionado por sus formas de organización con Podemos en España y Syriza en Grecia, consiguió superar el piso del 10% necesario para ingresar al parlamento y así, con sus 80 diputados, le quitó la mayoría al partido de Erdogan.

El líder del HDP, Selahattin Demirtas, es kurdo y es en la región donde habita esta etnia, integrada por unas 18 millones de personas dentro de las fronteras turcas, en la que el partido tiene la mayor fortaleza.

Divide y reinarás

De esta manera, de cara a las elecciones de noviembre, la prioridad de Erdogan es erosionar la base de votos del HDP para evitar que ingresen al parlamento. A sabiendas de que buena parte de los votos kurdos irán irremediablemente al partido de Demirtas, el AKP irá en busca de recuperar a los turcos que se decantaron por la formación de izquierda y, principalmente, por el kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP) y el ultraderechista Partido de Acción Nacionalista (MHP).

En ese sentido se inscribe una nueva ofensiva del Ejército turco contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo), que incluye toques de queda y restricciones de movimientos en las ciudades kurdas del sudeste del país, censura de prensa y cortes de comunicaciones telefónicas e internet. La ciudad de Cizre, por caso, estuvo sitiada por los militares durante más de una semana, en la que no se permitió el ingreso de ningún tipo de suministros médicos o alimentos.

Además, recientemente se sucedieron al menos siete ataques contra sedes del HDP -incluyendo su cuartel principal en la capital, Ankara- y contra el diario opositor Hürriyet. El procurador general de Diyarbakir (conocida como “la capital del Kurdistán turco”), inició un proceso judicial contra Selahattin Demirtas por “insultar abiertamente a la nación turca, la República Turca, las instituciones estatales, apología del delito, insultar al presidente y difundir propaganda terrorista”.

Con la escalada de violencia y el avance de la persecución contra las organizaciones pro-kurdas, Erdogan busca recuperar el voto nacionalista turco, a la vez que los atentados del PKK desacreditan al HDP. El presidente busca demostrar que es el único garante de la paz y que la única forma de evitar esta crisis es que su partido recupere la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.

Error de cálculo

“Los votantes cometieron un error”, dijo Erdogan tras las elecciones de junio, pero aseguró que los comicios de noviembre “van a solucionar los problemas” creados por los resultados anteriores. Los votantes turcos, sin embargo, parecen no estar de acuerdo con las tesis del líder del AKP. Las encuestas más recientes (de fines de agosto), muestran que, si las elecciones se realizaran hoy, los resultados serían prácticamente idénticos a los de junio, con un pequeño crecimiento del HDP.

Erdogan recibe ataques desde ambos lados: el nacionalismo conservador, integrante en su mayoría de su propio partido, lo cuestiona por unas fallidas negociaciones de paz en 2012. El progresismo y la izquierda, al igual que los kurdos, obviamente se alejan de la retórica nacionalista del AKP, que toma un tono cada vez más agresivo.

El presidente turco busca escapar hacia delante de una derrota política. Su giro ultra nacionalista y los nuevos sufrimientos causados al pueblo kurdo no le están dando, sin embargo, los réditos políticos buscados. De confirmarse lo que anuncian las encuestas en noviembre, Turquía puede verse de cara a un conflicto de proporciones insospechadas hace apenas unos meses.

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