Chile: Izquierda Libertaria frente a la marcha de dueños de camiones

Resumen Latinoamericano, 26 de agosto 2015.-
La estrategia de la Nueva Mayoría (NM)
Huenchumilla representaba, inicialmente, la estrategia de la NM por entablar un dialogo con el pueblo mapuche a través del nucleamiento del sector menos conflictivo de las comunidades en torno al estado y sus instituciones representativas, fortaleciendo con esto el camino del dialogo y la participación en el estado, que algunos sectores del movimiento mapuche, vinculados con Huenchumilla han planteado como alternativa. Esto en el marco de la creación del Ministerio de Asuntos Indígenas y el Consejo de Pueblos, lo que fue aprobado recientemente en una consulta dirigida por el Ministerio de Desarrollo Social. Esta consulta fue acusada durante toda su tramitación de estar siendo efectuada con decretos inconsultos que concitan creciente rechazo entre las comunidades, como el 66 y el 40. 
 
En ese sentido, la paulatina pérdida de credibilidad del conglomerado a nivel social la obligó a endurecer mecanismos que “cortaron el hilo por lo más delgado”. Era técnicamente imposible apostar por una salida política a un conflicto que aún no ha sido capaz de generar una contraparte visible. Hacerlo en el contexto actual de descrédito generalizado, implicaba generar la oportunidad de cuajar una expresión política capaz de conducir las aspiraciones mapuche en torno a la autonomía y la autodeterminación, riesgo que no podían correr en este clima de inestabilidad, menos aun cuando el control del conglomerado lo tienen los sectores más conservadores de la nueva mayoría.
La salida de Huenchumilla
Para Huenchumilla la oportunidad que representaba la Intendencia para visibilizar posibles salidas para el mundo mapuche era inmejorable: su apuesta pasaba por generar la tensión a la interna del conglomerado que le permitiera levantarse como conductor de las aspiraciones mapuche al interior de la institucionalidad wingka y posicionar una salida moderada. No es casual que Huenchumilla sea demócratacristiano: el contexto social y político de la región la sitúa dentro de aquellas en que las posiciones de izquierda (moderada o extraparlamentaria) tienen menos eco a nivel nacional y registra la más altas votaciones para la derecha. 
 
Así la jugada del ex intendente es el fruto de una acumulación de décadas pero no es nueva en la historia mapuche. Expresa las múltiples estrategias de los dirigentes mapuche para resituar y solucionar los problemas urgentes vinculados a tierra y comida. En términos estrictos Huenchumilla, apostó a tensar los blindajes del modelo, concentrando en su persona la salida a la contradicción entre el estado neoliberal y desaparición del pueblo mapuche, requiriendo como condición de su propia reproducción el control territorial de la propiedad del segundo para ampliar los límites de producción del rubro forestal en primera instancia y minero en segunda. Como sabemos, la expansión de ambos rubros es estratégica para el bloque en el poder del país. 
 
A Huenchumilla le faltó respaldo, el que podía tener 3 fuentes; la Nueva Mayoría, la DC o sectores importantes del pueblo mapuche. Como sabemos, los dos primeros han demostrado que poco les importa la situación de esta “minoría”, como le llaman, sino es bajo la lógica oportunista que lo colocó en la intendencia. El error de Huenchumilla radica esencialmente en desmerecer la importancia del tercer actor, pues el ex intendente nunca generó las condiciones para coagular los intereses de importantes sectores del mundo mapuche tras una propuesta política de largo alcance, movilizándolos políticamente como sostén del proceso de instalación programático de su propuesta. Nunca generó una contraparte, un “otro” capaz de dialogar con el estado en calidad de iguales, capaz de imponer por la vía de los hechos una relación de equilibrio.
La destitución demuestra, en definitiva, que los blindajes del modelo son ineludibles incluso para quienes intentan realizar transformaciones desde dentro. Quienes aparentan dirigirlo y disputarlo (Nueva Mayoría y alianza) en realidad sólo lo administran, siendo el Estado un cascaron vacío de política. A fin de cuentas, son los empresarios y sus transportistas que hoy marchan por Santiago con camiones curiosamente quemados sólo en sus cabinas, nunca en sus cargas, quienes de verdad toman las decisiones. La lección es que esos son los intereses a los que es estratégico golpear, pues son en última instancia quienes deciden.
La marcha de los empresarios de camiones
Hoy se entroncan los intereses del empresariado junto al debilitamiento del gobierno y su coalición. Esto tiene como contraparte el fortalecimiento de las posiciones conservadoras al interior del bloque.
Los empresarios, representados por los dueños de camiones, se han apostado el dia de hoy en las principales ciudades del sur de Chile (apostándose a la entrada de las ciudades de Santiago, Talca, Temuco y Puerto Montt) en una actitud que evoca la antesala del golpe de estado. La osadía del subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, al decir que “son un grupo que no representa los intereses de todos los empresarios” es un error: los empresarios de mediana envergadura aún no tienen sus intereses realizados en el modelo neoliberal. Su eterna dependencia de las empresas extractivas los obliga a ser vagón de cola respecto de los intereses económicos transnacionales, sin capacidad de definir los rumbos de la economía. Esta jugada del gobierno fortaleció la posición de los camioneros, fortalecimiento que también toca a Burgos,  Gutemberg Martinez,  Soledad Alvear y compañía y debilita a los sectores progresistas del gobierno.  Con lo que leer adecuadamente la situación de hoy puede llevarnos a encontrar soluciones eficaces al problema para el movimiento chileno y mapuche que insistimos,  nos enfrentamos al mismo enemigo.  
 
Lo de hoy no es sino fruto de una lectura adecuada de un escenario por parte de un gremio que se fortaleció (y con ella al ala conservadora de la NM), de la debilidad de la Nueva Mayoría como bloque, asegurando sus posiciones en torno a las propuestas punitivas y penalizadoras de la propuesta del garrote que anunciaba Huenchumilla y que aplicaría el ministro del interior. 
 
La condescendencia de Burgos al situar la deuda del estado en torno a castigar los hechos delictivos y no reconocer la deuda histórica  en torno al territorio y las tierras robadas durante la pacificación muestra el nivel de compenetración de los intereses entre empresarios y gobierno. Con los últimos movimientos del ministro del Interior surge la interrogante: ¿con la circular del Ministerio de Transporte se buscó generar el escenario de masividad y unidad del gremio con respuestas de bloqueo en otras ciudades, con el fin de dialogar únicamente con los camioneros y la derecha sobre una eventual salida de fuerza por parte del estado al conflicto mapuche?
El impacto en el movimiento mapuche
Finalmente, donde impactan estas acciones es en el pueblo mapuche movilizado y politizado. Sabemos que como todo pueblo y sociedad tiene distintas expresiones a través de las que definir su debate y acción política. Como todo proyecto político que desee triunfar, requiere ineludiblemente concentrar las aspiraciones de importantes contingentes de su sociedad a través de una apuesta programática a fin de sumarlos a un movimiento social capaz de confrontar al estado tanto en la acción como en la producción de pensamiento. Las ideas no sólo se impondrán por su justicia, pues también requieren de una fuerza social capaz de impulsarlas, dirigirlas y defenderlas de manera organizada ante el colonialismo y la violencia política del estado. Esa fuerza existe, pero se encuentra atomizada y dividida en torno a sus estrategia y propios periodos de reflujo.
Existen apuestas en el mundo mapuche que impulsan procesos de movilización en tres dimensiones: una vía de confrontación y ruptura que ha definido la acción directa, toma de terrenos, predios, caminos y la resistencia activa como ejes fundantes de la acción. Esta visibilizaría y obtendría resultados en torno a la demanda mapuche inmediata. En paralelo, existe una vía de visibilidad política que privilegia el dialogo y el posicionamiento público. A la usanza de las antiguas comunidades, genera la acción como mecanismo impulsor de espacios de negociación. Estas dos están fuertemente entrelazadas por el objetivo general: la autodeterminación y la autonomía, sin tener consenso, es decir propuesta, en su forma concreta de implementación. Finalmente existe una tercera alternativa instalada en círculos de mapuche con un nivel económico alto que podríamos denominar como institucional, la que busca validarse a través del acceso y participación en las estructuras del estado limitando el debate a la plurinacionalidad y el acceso a puestos de representación política.
Ninguna de las apuestas anteriores será capaz por si sola de generar los cimientos de un proceso de liberación donde el pueblo mapuche sea capaz de romper las ataduras que el modelo neoliberal le ha impuesto. Las apuestas deben cifrar en la gente las posibilidades de fortalecer sus propios procesos de recuperación política, cultural, económica y espiritual dentro de un territorio propio que de sentido a las nociones derivadas de sus particularidades culturales. 
 
La posible vinculación de Huenchumilla con ENAMA, el encuentro de empresarios mapuche potenciado por Ricardo Lagos y otras iniciativas más encierran el peligro de que la vía institucional condense y se instale como el modelo de interlocución entre el estado y los “mapuche buenos”. Sin acción y, aún peor, sin gente, aislando con esto a las vertientes autonomistas.
En este tránsito, las tres vertientes que hoy corren por vías separadas serán complementarias siempre y cuando sean capaces de cuajar en torno a un objetivo estratégico común. Otra opción es que se levante una alternativa política desde y para el mundo mapuche capaz de conjugar en su seno todas las opciones de confrontación con el estado sin subestimar ni sobrevalorar ninguna, calibrándolas en su justa medida y utilidad, poniendo en el centro la necesidad de construir un movimiento mapuche socialmente masivo, estratégicamente claro y políticamente autónomo, que sepa identificar enemigos y aliados. En el objetivo de la destrucción del capitalismo y la construcción de una sociedad justa, caminamos juntos en dualidad y equilibrio, pueblo chileno y mapuche, cada cual con sus necesidades, particularidades y sus diferencias, pero frente a un mismo enemigo. Ese enemigo es el que hoy marcha por la capital y tiene los recursos para mover 12 camiones quemados desde Temuco a Santiago mientras miles de comunidades no cuentan con los servicios más básicos. 

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