Chile. Un análisis profundo de la Izquierda Libertaria chilena A construir la esperanza, a conquistar la dignidad

Por  Francisco Sainz  / Resumen Latinoamericano/   07 de Julio 2015 .-  El ciclo de movilizaciones abierto el 2006-2007 por los estudiantes secundarios y los trabajadores contratistas del cobre, dio el puntapié inicial a un proceso de rearticulación social a través de luchas sectoriales de carácter reivindicativo.

Aquel proceso tuvo su momento de mayor algidez el año 2011 con las movilizaciones por Educación Pública, Gratuita y de Calidad, tanto por su capacidad de masividad, de convocatoria a diversos grupos sociales, radicalidad y por pasar de la reivindicación gremial a la política. Hoy todo ese proceso de organización y lucha del movimiento social ha significado la exigencia por ajustes redistributivos estructurales del modelo económico; sin embargo los pilares subjetivos del neoliberalismo, basados en el individualismo, el consumo y el endeudamiento, siguen gozando de la adhesión mayoritaria de la sociedad chilena.

El trasfondo de este fenómeno se encuentra alojado en la estructura del modelo económico, que no tiene márgenes para alteraciones de equilibrios macroeconómicos sin generar una crisis. Por otra parte, la actividad del Estado se reduce a la función administrativa y subsidiaria; por tanto vaciada de contenido político, lo que se expresa en la carencia de proyectos o iniciativas concretas destinadas a alterar sustancialmente la calidad de vida de la población.

Por lo tanto el surgimiento de la Nueva Mayoría y su programa de reformas (resistido desde el interior por sectores conservadores, pero ineludible para volver a ser gobierno) tiene su génesis en evitar que se profundice la crisis de representatividad ante la emergencia de movilizaciones sociales que apuntan a los pilares estructurales del modelo.

Sin embargo el programa ha sido moderado por la DC (via “matices” usando su propia jerga), articulando posiciones con la derecha y el empresariado, situación que pone en tela de juicio la capacidad de conducción por parte de un gobierno que actualmente se encuentra atravesado por casos de corrupción.

En estos casos de conflicto de interés y corrupción se han visto involucrados ministros, parlamentarios y operadores de todos los sectores, e incluso la presidenta Bachelet, develando las prácticas de los partidos políticos tradicionales para financiar el conjunto de su actividad política. De esta forma queda al desnudo el vínculo de clase existente entre el bloque en el poder y el empresariado (situación que también toca a MEO y su círculo más cercano) y explica los intereses que representan aquellos conglomerados políticos a la hora de gobernar el país.

Pero el primer año de gobierno no estuvo marcado por estos hechos, sino que por la discusión y aprobación de una seguidilla de iniciativas legislativas (reforma tributaria, fin del binominal, la primera parte de la reforma educacional centrada en el sistema escolar y el acuerdo de unión civil). A pesar de los intentos de sectores de la NM de presentar estos proyectos como avances importantes del gobierno, se hizo evidente la falta de orientaciones claras por parte del oficialismo, prevaleciendo la improvisación en la implementación del programa gubernamental, lo que fue aprovechado por los sectores conservadores en la escena pública.[1]

Es importante aclarar que no estamos ante una crisis orgánica del bloque en el poder que impida a los poderes del Estado ejercer su dominación. Lo que existe es un cuestionamiento a ciertas prácticas políticas y a la subordinación de la actividad política frente al empresariado, una crisis de representatividad. Este cuestionamiento ha afectado directamente a aquellos órganos del Estado que se encuentran sujetos al escrutinio de la sociedad y que en términos concretos son depositarios de la voluntad popular (Gobierno, Congreso y por extensión los partidos políticos).

Por el contrario, instituciones que carecen de rasgos democráticos como las Fuerzas Armadas, Carabineros, el Poder Judicial o el Ministerio Público se encuentran bien valoradas y legitimadas por la población.

Este complejo cuadro de corrupción y desaprobación obligó a la Presidenta Bachelet a jugarse todo su capital político con el reciente cambio de gabinete, buscando demostrar su liderazgo para recuperar la iniciativa política. El ajuste ministerial alcanzó al conjunto del comité político, incluyendo el inédito cambio en Hacienda y el enroque en algunos ministerios sectoriales, entre ellos Trabajo.

La lectura de este proceso apunta en tres direcciones: a) Se fortalece el rol de la DC b) Se nombra un Ministro de Hacienda que da tranquilidad al empresariado y c) se apuesta por la lealtad irrestricta de los partidos, hoy con dirigencias más afines en el caso del PS y la DC (triunfo de Isabel Allende en el PS se suma al bacheletismo de Pizarro).

El resguardo de los equilibrios macroeconómicos que ha enunciado el nuevo Ministro de Hacienda, sacrificando la agenda social en materia laboral, es una señal del nuevo rumbo de la administración, e implica una severa derrota para quienes pretendían jalonar a la NM hacia posturas de corte progresista, como por ejemplo el PC o Revolución Democrática. La no consolidación de la apuesta de la NM y la agudización de esta crisis de representatividad, viene a ratificar nuestra tesis de la irreformabilidad del modelo y promueve la necesidad de fortalecer las organizaciones de masas, buscando la mayor unidad posible en miras a su consolidación multisectorial y la creación de un Movimiento Político y Social Amplio.

Para avanzar en esa dirección es importante tener claridad de cómo se mueven los actores políticos en el escenario central. Primero hay que tener en cuenta que los procesos judiciales siguen su curso y es probable que se impute a políticos de todos los sectores. Segundo, la Presidenta Bachelet gastó todas sus fichas anunciando una serie de medidas para enfrentar la crisis política. Cabe señalar que gran parte de éstas (reinscripción de partidos, limitar la reelección de autoridades, financiamiento público de la actividad política) cuentan con el consenso de los especialistas (gran parte deriva del trabajo de la Comisión Engel) y  serán bien recibidas por la ciudadanía. Por ende, se espera que gran parte sean ratificadas en el Congreso.

Finalmente, el corolario de esos anuncios fue el inicio a partir de septiembre de un “proceso constituyente”. Si bien no se hicieron más especificaciones que citar la realización de cabildos ciudadanos, el anuncio copó la agenda en los medios y abrió un debate en torno a la institucionalidad política del Estado y la carta fundamental. Con esto, el gobierno se hace cargo de un aspecto reseñado en su programa de gobierno y pasa a la ofensiva en materia constitucional.

Por su lado, los movimientos y organizaciones sociales siguen su proceso de movilización y se han posicionado, con dispares resultados, en el debate público respecto a las reformas prometidas por el gobierno.

La CONFECh en particular ha logrado conducir masivas manifestaciones, pero le hace falta dotar de mayor densidad programática a su propuesta política y reincorporar a su base social en el debate político. Las fuerzas políticas universitarias parecen enredadas en sus líos internos y no logran fraguar una posición común frente a las ambigüedades e improvisadas propuestas del gobierno. Debido a esto los estudiantes siguen posicionados en el debate pero en segunda fila, con baja capacidad de influir en el curso de la agenda del MINEDUC.

En el caso de la reforma laboral diversos sectores, sobre todo trabajadores de sectores estratégicos de la economía, se han movilizado y tensionado a la CUT alejándola de la posición pro-gobierno que tenía inicialmente. Estos sectores sindicales han podido comenzar un proceso de coordinación que si bien es incipiente, marca un camino al que deben sumarse más sectores para acumular fuerza, de manera de contar con mayor capacidad de incidir políticamente.

Respecto al debate de la Carrera Docente, el PC ha tenido que matizar sus posiciones cercanas al gobierno ante la pérdida de legitimidad del liderazgo de Jaime Gajardo en el Colegio de Profesores el año pasado. Aun así, logró sostener su conducción en el magisterio a costa de desangrarlo, fortaleciendo a través de la CUT sus posiciones al ser considerados como interlocutor válido ante el gobierno.

Pero no se debe ser autocomplaciente. Si bien existen procesos de recomposición del tejido social, éstos operan en calve sectorial por lo que está pendiente una articulación de una fuerza social capaz de disputar en términos programáticos la estancada agenda oficialista, y que tenga capacidad de convocar procesos de movilización de mayor alcance.

Las posibilidades de avanzar en la construcción de procesos multisectoriales son complejas, pues los niveles de coordinación a nivel social son precarios y la NM cuenta con presencia transversal el campo social, de manera que las posibilidades de constituir un actor con independencia del gobierno están por ahora diluidas.

Además, parte importante de la izquierda está más preocupada de la disputa entre las mismas organizaciones del sector para subsistir y competir por quien es más radical, dificultando la unidad, debilitando las posibilidades de convergencias estratégicas y la capacidad de incidencia en el debate público.

Quienes queremos terminar con el legado pinochetista y su modelo neoliberal debemos entender que el estancamiento de la agenda gubernamental, la extensión alcanzada por los casos de corrupción, la aguda crisis de la derecha y la disminución en la adhesión al gobierno y la Presidenta configuran un cuadro complejo para el bloque en el poder, y de inmensos retos y responsabilidades para la izquierda.

Desde la Izquierda Libertaria creemos que en lo inmediato es necesario asociar los escándalos de corrupción con el escaso avance de las reformas, apuntando al rol de las organizaciones sociales ante el escenario de incertidumbre en el plano político. No es conveniente profundizar la desafección con la participación democrática, sino que debemos potenciar una propuesta de apertura democrática basada en una alternativa política de mayorías sociales. El “que se vayan todos” no evita que se queden o vuelvan los mismos, y puede de hecho reforzar perspectivas regresivas y autoritarias alimentadas por la derecha.

Esto en miras de construir una fuerza política y social de vocación transformadora, que se gane el desarraigo a la política tradicional y avance en la conquista de las demandas del campo popular. Las posibilidades de transitar desde la crisis de representatividad hacia una salida política socialista está dada por la capacidad de incidencia y profundidad programática que las fuerzas con vocación de mayorías sean capaces de desarrollar en el seno del mundo social, y que permitan dotarlas de un horizonte estratégico para pasar a una fase de transición post neoliberal que haga posible alcanzar nuestras esperanzas.

Como hemos visto, las posibilidades del movimiento social se agotan en los márgenes que les impone el modelo, y para superar esta condición hay que forjar alianzas con aquellas fuerzas políticas que faciliten que sus contenidos y desarrollo cultural traspase sus fronteras. Esta comprensión dialéctica de la relación entre fuerzas políticas y sociales puede significar un importante cambio en la disputa del sentido común, generando el puente para que las propuestas del movimiento social y la izquierda conecten con las esperanzas de las grandes mayorías nacionales, aún ajenas al debate político.

Nuestro desafío es visibilizarnos como un actor político en el seno del movimiento social, generar las confianzas necesarias y sostener alianzas duraderas, sin prisa, pero sin pausa, consolidando los puentes y transparentando los debates políticos.

Esto también significa hacernos cargo del debate por una nueva Constitución en el país a través de una Asamblea Constituyente, pero teniendo en cuenta la correlación de fuerzas para tomar posiciones lejos del oportunismo panfletario.

Con la correlación de fuerzas actual, cualquier cambio constitucional, mediante el mecanismo que sea, serviría más como una oxigenación del modelo que como un avance hacia la superación del neoliberalismo. Una nueva Constitución no es el remedio a los males del país, ni una AC asegura un triunfo del movimiento popular, por lo que se hace fundamental debatir con seriedad y profundidad respecto a cómo enfrentar el actual debate sobre la materia.

Chile necesita ser transformado, y sólo el pueblo chileno puede desbordar la actual institucionalidad pinochetista, por lo que necesita de la mayor unidad y generosidad de las organizaciones que buscan aquello para constituirse como un movimiento capaz de disputar la conducción del país.

La IL de cara a su pueblo y a las organizaciones de izquierda llama a promover y articular esa fuerza social popular que sea capaz de refundar Chile, para lo cual no caben mezquindades ni pequeñeces sino la mayor voluntad de unidad para potenciar la fuerza transformadora de las mayorías. Aquel impulso puede expresarse de mil maneras, y no debemos tener miedo a la creatividad y amplitud táctica de nuestro pueblo.

Para finalizar, quisiera hacer mías unas palabras del gran Manuel Rojas:

“Se afirma que el movimiento se demuestra andando y nosotros sabemos que andando se va hacia adelante y yendo hacia adelante se llega y cuando se llega se triunfa, hemos andado, andado… Hemos afirmado el aserto. A veces, perdidos en los hoyos de los caminos, solo se han divisado nuestros brazos deslujando amenazas otras ,nuestros pendones, como un montón de proclamas rojas, han ondeado sin que se vieran nuestros brazos, y otras, sólo se han oído nuestros gritos lanzados con fuerza de peñascazos, contra la frente de alguna injusticia. Pero hemos salido de los hoyos y subido ahora en la roca de nuestra locura, alumbrados por el sol de nuestro triunfo, extendiendo nuestras miradas más allá de las cuestas y de las hondonadas, vemos surgir la ciudad blanca de nuestro ensueño… Queremos llegar pronto, una ansia de impulsión nos echa hacia delante, estiramos nuestros brazos… pero ¡ay! Nuestros anhelos se quiebran como flechas de cristal en las rocas del camino. No podemos volar, somos humanos. Para llegar, hay que atravesar los hoyos, las cuestas, las repechadas… ¿Pero qué? ¿Nos detendremos? ¡No! Iremos a pie. Destrozaremos nuestros pies en el camino, nuestras manos, a fuerza de empujar las rocas que obstaculizan el sendero, chorreará sangre”.

Francisco Sainz.


[1] El gobierno sólo pudo ver ciertos repuntes en los resultados en las encuestas de enero de 2015, en la cual por primera vez en seis meses se vio una leve alza en el nivel de aprobación de la Presidenta Bachelet (de 40% a 44%) y del Ministro Eyzaguirre, quien subió 6 puntos logrando mejorar también el nivel de aprobación de la reforma educacional. El Índice de Percepción Económica ese mes también experimentó una mejoría, en un escenario donde se criticaba fuertemente las políticas impulsadas por el ministro Arenas, el cual estaba desgastado tras el acuerdo tributario. Como contraparte, la Alianza obtuvo un 78% de rechazo en la misma encuesta, su peor registro en la historia de este instrumento de medición.

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