Elecciones en México: ¿Morena, la solución?

Marina Pérez Damil/Resumen Latinoamericano, 6 de junio de 2015 – La renovación de los representantes en la Cámara de Diputados, gobernadores, alcaldes, diputados locales y jefes de distrito que tendrá lugar el próximo domingo 7 de junio en México, naufraga en aguas turbulentas. En los días previos a las elecciones, más de 20 precandidatos fueron asesinados, decenas de manifestantes fueron reprimidos y encarcelados, y las Fuerzas Armadas se hicieron presentes en las calles.

La causa de la militarización en puntos estratégicos de las ciudades está relacionada con que diferentes sectores aprovecharon este hecho político para manifestar su disconformidad con todo el aparato partidario. Los sectores que demostraron mayor presión  fueron los padres y compañeros de normalistas y militantes de la Coordinadora Sindical de Trabajadores de la Educación (CNTE), cuya decisión se inclina a no votar.

En medio de un ambiente convulsionado, los principales partidos políticos del país se mostraron preocupados por mejorar su imagen y cerrar campaña con la mayor cantidad de adherentes posibles. Como era de esperar, en relación a años anteriores, el partido de Enrique Peña Ñieto, el PRI, bajó en las estadísticas, por lo que el PAN logró escalar algunos puntos. En este espectro, el PRD perdió legitimidad como consecuencia del ascenso de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional), el cual se dispone a atraer los votos de “izquierda”.

Más allá de la aparición por primera vez de MORENA en el panorama electoral como partido de izquierda “independiente”, lo que caracteriza estas elecciones es una fuerte disputa entre los principales partidos conservadores, que son los responsables de la crisis humanitaria que atraviesa México en la actualidad: el PRI, el PAN y el PRD, agrupaciones que a través del Pacto por México  determinaron la puesta en marcha del programa neoliberal en el país, realizando cuanto acuerdo local pudieron, retrocediendo sobre todas las conquistas de la Revolución Mexicana.

En los últimos años en México, la política pasó a entenderse como una política electoral, por la cual el neoliberalismo logró aplacar cualquier reivindicación a favor de los más pobres, restaurándose como una maquinaria que absorbió cuanto intento progresista se cruzara por el camino. Basta ver cómo terminó el PRD, acordando con quienes antes eran sus opositores.

La incógnita de Morena

Así como una parte del PRD viene del PRI, MORENA es un desprendimiento del primero, cuya principal figura es la del ex perredista Manuel López Obrador. MORENA nace como movimiento para las elecciones federales de 2012 agrupando a diversos sectores de la población bajo un movimiento apartidista. También se constituyó como Asociación Civil, abierta al público en la que un grupo de ciudadanos se propuso encauzar la lucha política, social y electoral.

Tras su asamblea nacional constitutiva, en julio de 2014, MORENA fue reconocido como partido político por el Instituto Nacional Electoral. Si bien entre sus principales consignas se encuentran demandas legítimas, como la soberanía energética, la liberación de luchadores políticos como Nestora Salgado, y se pronuncia a favor de una política para los excluidos del gobierno actual (trabajadores, indígenas, estudiantes), su conformación y las estrategias electorales por las que se propone la disputa de poder son un misterio.

Su incipiente irrupción electoral y la ambigüedad de su identidad política hacen que sea un espacio en el que difícilmente puedan darse acuerdos a largo plazo, y en el que la izquierda pueda converger hacia formas superadoras de la política actual. A corto plazo puede ser un proyecto a través del cual algunas necesidades populares adquieran mayor visibilidad, pero mientras que ese partido entienda que la lucha electoral es la única forma posible de transformar la política, las limitaciones de su crecimiento lo obligarán a ir por caminos que conducen en contradicción de la otra lógica que se está gestando en las calles.

Es cierto que tiene muchas similitudes con los partidos políticos Syriza (Grecia) y PODEMOS (España), sobre todo en que MORENA entiende que a través de la lucha electoral se va a poder llevar a cabo la transformación que el pueblo necesita. Apreciación poco oportuna para el momento que le toca vivir a México, visto desde la óptica de los más perjudicados por el narcoestado.

MORENA tiene posibilidades de contrarrestar las voces que tanto mal le han hecho a México, como son las del PRI, el PAN y el PRD en el aparato estatal. Sin embargo, sigue siendo una fuerza electoral que a mediano o largo plazo difícilmente pueda sustentarse como el movimiento de regeneración que dice ser. Si las lógicas del partido y los acuerdos electorales (los que va a tener que efectuar para subsistir) lo llevan a abandonar el movimiento, puede que las expectativas que hoy suscita por parte de los de abajo sean frustradas tarde o temprano. Por eso es necesario que la sociedad siga organizándose en base a sus reclamos.

En esta atmósfera de desánimo, en la cual ir a votar dista de ser una práctica democrática de empoderamiento, existen dos opciones: votar, para ver si se puede lograr colocar algunos diputados que no estén de acuerdo con los partidos conservadores; o no votar, y deslegitimar unas elecciones que de por sí son fraudulentas. Pero ese no es el quid de la cuestión, lo importante es que, como dijo el EZLN, votes o no votes, organízate. Organízate con las autodefensas, organízate en un sindicato, organízate con el zapatismo, organízate con tu barrio.

En México, mucho más que en otros países de Latinoamérica, la política electoral es un monstruo que puede comer por dentro hasta a los proyectos más ennoblecedores. No se trata de ser purista, de no disputar, de ir en contra de todo; se trata de que haya un cambio de estrategias. “De pensamiento es la guerra que se nos libra; ganémosla a fuerza de pensamiento”, decía José Martí, quien demostró que la dignidad del ser humano es posible.

Votar cambia muy poco el tablero del enemigo, es la solución más fácil de quienes quieren acceder al poder fácilmente y fácilmente pueden ser carcomidos. La única forma de que vuelva a haber dignidad en México, en Latinoamérica, en España o Grecia, es que las experiencias de izquierda que creen en la política como herramienta de liberación se nutran de las experiencias pasadas, y que no se autodenominen como las parteras de la historia. De lo contrario estarán sometidas al derrotero de quienes ven a la política como un arma de dominación.

You must be logged in to post a comment Login