Argentina: Las elecciones domaron a la burocracia sindical

Revista Venceremos, especial para Resumen Latinoamericano, 12 de mayo de 2015 – Sin dudas el 2015 es un año donde las elecciones en ciudades, provincias y nación son las protagonistas del escenario político. Paralelamente a esto, pero fuertemente relacionado, el sindicalismo argentino también se encuentra en un momento de gran dinamismo. Aunque no se puede decir que sea por la lucha que mantiene, sino más bien por cómo se vienen reacomodando los dirigentes de siempre para que todo siga igual.

Después del paro general del 31 de Marzo las cúpulas sindicales parecen haber evaluado que la continuidad de la medida con un paro de 36 horas sería fuertemente desgastante para ellos en medio de un contexto electoral. Si bien la huelga general del pasado mes de abril tuvo un nivel de adhesión alto y hay consignas altamente legitimadas por los trabajadores, son los dirigentes los que han ido perdiendo imagen positiva. No sólo para sus representados, sino también para la sociedad entera.

El Gobierno Nacional, bajo el ala de Cristina Kirchner, desplegó una campaña en contra de la medida de fuerza, minimizando su alcance y señalando la medida como un paro de transportes solamente -como si los trabajadores solo hubieran parado por falta de transporte, obligados-. Frente a esto, el sindicalismo tradicional intentó una vez más bajar el perfil y se dedicó a sus tareas electorales.

Muchos fueron los sindicalistas que sacaron a relucir su oportunismo político para obtener un espacio electoral, pero hasta ahora han fracasado en la mayoría de los intentos. En las PASO (primarias abiertas) realizadas en la Ciudad de Buenos Aires, se pudo ver cómo la CGT de Moyano puso su aparato y fiscales al servicio de la derecha política -Michetti del PRO-  También enfrentaron un saldo negativo “los gordos” -sector importante de la CGT que agrupa los principales sindicatos de servicios- al apoyar al candidato de Massa. Su estrategia fue un fracaso, ya que el elegido para representarlo en la ciudad obtuvo menos del 1% de los votos y quedaron muy lejos de obtener algún beneficio -al menos político-.

Merece una mención especial el increíble mamarracho que protagonizaron Massa y el sindicato de comercio: mientras el candidato a presidente decía que no haría política obligando a la gente a ir a los actos, contaba con la nutrida presencia del sindicato de comercio en un estadio colmado. Lo que no decía en su discurso era que la concurrencia había sido intimada a “movilizar a la cancha (…) para acompañar al compañero Sergio Massa como candidato a presidente” mediante un comunicado oficial del sindicato, en el cual la dirección sindical aclaraba a todos los afiliados de la seccional que se les tomaría lista en el acto del político y se les daría franco compensatorio por su asistencia.

Mientras todo este despliegue entretenía a los sindicalistas, desde las agrupaciones populares y los medios alternativos denunciamos la indignante muerte de dos niños hacinados en un taller textil clandestino alojado en la ciudad de Buenos Aires, bajo el amparo del gobierno de Macri. El trabajo precario y esclavo es una cuestión de vida o muerte para nuestra clase.

Lo que queda claro luego de ver este manoseo desagradable de lo electoral, es que desde el Estado no se dio respuesta a ninguno de los reclamos planteados por las distintas centrales sindicales y sindicatos independientes. Y como si eso no fuera suficiente, los propios representantes de los trabajadores son los que bajaron sus banderas para acomodarse en el mapa político local. El trabajo el negro, la precarización laboral y la desocupación o sub-ocupación siguen siendo el problema que más aqueja a la clase obrera argentina.

Otra vez modificaciones en ganancias como prenda de negociación para cerrar paritarias

La debilidad de la estrategia de pelear contra el impuesto a las ganancias como principal reclamo, levantada por el sindicalismo opositor, se pone de manifiesto nuevamente. De manera similar a lo sucedido en diciembre de 2014, el gobierno anunció modificaciones en ganancias para bajar la intensidad de la lucha de fondo por las condiciones de vida de los trabajadores. Ciertamente el paro, que terminó siendo una huelga general en el mes de abril, puso al gobierno contra las cuerdas por no modificar el impuesto a las ganancias. Sin embargo hoy  la modificación en el impuesto es interpretada por los sindicatos como una maniobra evasiva -para cerrar más bajas las paritarias- y no como una concesión real a los trabajadores.

En el transcurso de las negociaciones paritarias de la UOM -principal referencia salarial para el sector productivo- el gobierno lanzó una medida que modifica el llamado “impuesto a las ganancias”, que afecta a los salarios más altos y representa el principal estandarte de batalla del sindicalismo opositor -aunque no del sindicalismo combativo-. Así una vez más el gobierno intenta correr la discusión central de los bajos salarios, la precarización y el trabajo en negro, con un anuncio que es acotado y de impacto mínimo sobre el nivel de vida de la mayoría de los trabajadores. Mientras tanto, la burocracia sindical queda golpeando en el aire, ya que le quitaron el rival de enfrente con una medida que tiene pocas consecuencias reales para la clase trabajadora. En concreto, la modificación anunciada producirá un aumento del salario real que ronda al 5%, pero solamente para los trabajadores que tributan en la cuarta categoría del impuesto (aquellos que ganaban en 2013 entre $15000 y $25000). Quedó ya muy lejana una reestructuración del sistema impositivo, donde se grave la ganancia de los que más tienen en favor de los que menos tenemos.

Si bien el reclamo es justo y sentido, no es el impuesto a las ganancias una cuestión central para la mayoría de los trabajadores: lo que sí les resulta clave es la puja actual entre sindicatos, patronales y el gobierno nacional que implican las paritarias. Se ha armado un ovillo difícil de desenredar para las partes involucradas, puesto que este año el gobierno se puso firme en su intención de poner un tope a los aumentos en afán de combatir la inflación. Ya no es sugerencia u orientación, es un techo de verdad que está frenando la legalización de aumentos que ya fueron acordados por parte patronal y sindical. Según declaraciones del ministro de economía, el aumento debe rondar el 25%, que es lo estimado por las mediciones oficiales de la inflación, y no aceptarán más del 30%.  El sindicato de Comercio había cerrado un acuerdo de 30% y el gobierno obligó a las partes a acordar una cifra más baja al no homologarlo.

En realidad, las paritarias una vez más corren detrás de la inflación, ya que el salario real está en baja desde el 2013 a esta parte. Quizás la contradicción más evidente que aqueja a los dirigentes gremiales en esta disputa la muestre el líder de la central obrera oficialista y secretario general de la UOM -Antonio Caló- que anunció un paro -para luego suspenderlo- por la falta de acuerdo en torno a las paritarias. Caló afirmó que el paro no tiene nada de opositor, “Este es un paro netamente gremial, por la defensa del salario. La UOM está alineada y encuadrada muy firme con este proyecto económico, con este Gobierno y con el próximo gobierno peronista que venga”, afirmó. El ministerio de trabajo dictó la conciliación obligatoria ante la amenaza del paro, y ahora las partes continúan negociando. La central sindical oficialista se ha metido en aprietos, intentando por un lado evitar el desborde de su base, anunciando una medida de fuerza en contra de nadie, que no puede llevar a cabo sin lastimar al gobierno, y pidiendo un 32% de aumento cuando el gobierno que defiende avisó que el máximo aumento que se tolerará es del 24%.

Lamentablemente todo indica que los que saldrán más perjudicados en esta contienda son los que miran de afuera. En el cuadrilátero simulan pelear y tirarse golpes, pero es solo espectáculo… ninguno quiere lastimarse ni herir al rival porque sabe que su negocio es millonario,  igual que en Mayweather-Pacquiao.

Con el paro, los aceiteros se afirman como la referencia sindical

Ante el vacío que dejan las burocracias sindicales, continúa avanzando el fenómeno del sindicalismo combativo. En Rosario, los trabajadores aceiteros se han lanzado a la huelga por la falta de acuerdo en su negociación paritaria. El pedido es del 42%, muy por encima de lo que esperan las patronales y el gobierno. Este gremio estratégico,  hace años es ejemplo de lucha antiburocrática.

También los trabajadores de Tyrolit y Black & Decker, en San Luis, lograron perforar el tope de paritarias consiguiendo un 35%, pese a las trabas que puso su propio sindicato, pero inmediatamente de llegado el acuerdo vinieron los despidos y los trabajadores continúan en lucha, ahora para defender a sus compañeros.

En la empresa NCR de la Ciudad de Buenos Aires, los trabajadores informáticos protagonizaron una semana de huelga ante los despidos y persecuciones que debieron enfrentar recientemente. El conflicto se desató por la negativa de la patronal a otorgar el reconocimiento de su organización gremial, tras haber conseguido un considerable aumento salarial con el triunfo de la huelga que realizaron el año pasado.

Se multiplican en todo el país experiencias antiburocráticas y combativas, demostrando que es posible organizarse desde abajo, defendiendo los intereses de los trabajadores y siendo fieles a sus bases. La Coordinadora de Agrupaciones Sindicales 1ero de Mayo viene luchando por la confluencia y referenciación de todas estas experiencias, pujando por formar un espacio democrático y combativo, que luche desde las bases para recuperar el sindicalismo clasista, que dio los mejores referentes de nuestra historia. Hoy nuestros compañeros del SEOM, que por pelear por tierra y vivienda para sus trabajadores son encarcelados y procesados; los del SENASA, que vienen de un paro de 96 hs en la búsqueda de aumento salarial digno y el fin de las privatizaciones en el sector; como los ferroviarios; los docentes; los trabajadores de la salud; los de sanidad; los estatales y tantos otros compañeros con los que estamos en este camino dispuestos a ser protagonistas de nuestra propia historia.

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