1 de Mayo en América Latina: Ni un paso atrás.

Por Marina Pérez Damil, Resumen Latinoamericano, 2 de mayo 2015.-En el día de ayer se rindió homenaje a los trabajadores de todo el continente. Sin embargo, no en todos los países se vivió de la misma forma esta fecha tan importante en el calendario. Teniendo en cuenta los diferentes matices, se puede afirmar que estamos frente a una jornada que sirve para repensar el panorama político e ideológico en el que se mueve actualmente la clase trabajadora a nivel continental y al mismo tiempo, captar la expresión política de este Primero de Mayo que nos muestra a los trabajadores de todo el continente en las calles.

Hace algunos años distintas teorías advertían la muerte de todos los meta-relatos que intentaban dar un sentido a la marcha de la historia, entre ellos: el Marxismo. Como si no alcanzara con las críticas liberales del Capital, surgieron teorías posmodernas que en todas sus variantes quisieron rebajar esta corriente filosófica a una especie de religión, cuyos fracasos se podrían resumir entre otros acontecimientos en la caída del muro de Berlín y más tarde en el derrumbe y desaparición de la Unión Soviética. Al mismo tiempo, también se perdía la ilusión de la clase trabajadora como el actor central de las transformaciones que tenían que encarar las sociedades.

Empezado el Siglo XXI ninguno de estos vaticinios fueron cumplidos. El marxismo siguió tan vigente como el socialismo de Cuba y se le sumaron otros Estados, como Venezuela y Bolivia, cuya columna vertebral sigue siendo la clase trabajadora urbana y campesina. Así lo demuestra la coherencia política perseguida durante años por los gobiernos de los tres países como así también la gran convocatoria de este primero de Mayo en la Habana que reunió a miles de trabajadores cubanos y cubanas en un desfile encabezado por Nicolás Maduro y Raúl Castro. Algo similar se reprodujo en Caracas y otros Estados venezolanos.

Todo esto, a pesar de la difícil situación económica que vive Cuba como consecuencia del bloqueo económico , del decreto de Obama que califica a Venezuela como una amenaza, de las fundaciones como la USAID y la NED que financian partidos opositores, de Guantánamo, de la interminable lista de guarimbas y de los ataques terroristas que el gobierno estadounidense promovió desde el inicio de los procesos revolucionarios.

Las diferencias ideológicas son tan grandes que mientras Estados Unidos es el único país junto a Canadá que no celebra el primero de mayo, el Gobierno de Maduro esperó esta fecha para anunciar el aumento del 30% del salario mínimo de todos los trabajadores y pensionados del país.

De los países del ALBA, también los gobiernos de Ecuador y Bolivia demostraron una marcada inclinación a favor de la conmemoración de este día. Si bien en Ecuador la tradicional marcha obrera estuvo polarizada entre el sindicalismo oficial y el opositor, no hubo ningún tipo de incidentes en contra de la clase trabajadora. En Bolivia el gobierno de Evo Morales reiteró un aumento del 8,5% del salario mínimo, que impactará también en su propio sueldo, el más bajo del continente.

En el caso de Chile, Colombia, Perú, Paraguay, Argentina, Brasil y México que mantienen mejores relaciones con Estados Unidos no hubo actos oficiales convocados por los respectivos gobiernos a favor del día del trabajador, aunque si movilizaciones del sindicalismo organizado o de partidos obreros.

En Brasil fue la primera vez en trece años que un presidente brasileño no transmite un discurso en televisión para conmemorar el Día del Trabajo después de que Luiz Inácio Lula da Silva iniciara la tradición en su primer mandato de gobierno.[1]

A través de videos publicados en redes sociales, Dilma Rousseff dio su parcial apoyo al proyecto de ley que regulariza la tercerización laboral, la iniciativa más criticada en las marchas organizadas por las centrales sindicales en decenas de ciudades de Brasil para conmemorar el Día del Trabajo.

Asimismo, luego de la violenta represión policial a una protesta de profesores que dejó alrededor de 200 heridos en un estado del sur de Brasil gobernado por la oposición, Rousseff aseguró que “los gobernantes tienen que acostumbrarse a atender las reivindicaciones de los manifestantes sin violencia ni represión”.

Esta pauta no parece ser la perseguida por las autoridades Mexicanas, quienes llevaron a cabo un operativo para combatir 39 narcobloqueos que ocuparon puntos de la zona metropolitana y municipios aledaños, al mismo tiempo que el sindicalismo de Guadalajara-Jalisco -encabezado por el sindicato de Honda y las trabajadoras de la electrónica- organizaba una movilización exigiendo aumento salarial y democracia sindical.

Según fuentes formales se trataría de una amenaza por parte del “Cartel Jalisco nueva generación” contra el gobierno, por estar beneficiando a otro grupo narcotraficante. No obstante, la coincidencia de estos hechos con un Primero de Mayo combativo no deja de llamar la atención.[2]

En todos los países de América Latina y también en el resto del mundo, la clase trabajadora mostró una presencia contundente, llevando consignas que incluso van más alla de reivindicaciones propias. Si bien no estamos frente a un momento de unidad y de coordinación internacional que coloque al proletariado como el protagonista de los inicios de este siglo (sino en un estado de resistencia frente a gobiernos de liberales y populistas) las condiciones siguen dadas para que la clase trabajadora adopte este papel. La presencia de millones de trabajadores en las calles de Cuba y Venezuela es la confirmación de que hay grandes relatos que vale la pena escuchar.

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