Relaciones Estados Unidos-Venezuela: Guerra de maniobra

Resumen Latinoamericano/Marita Sánchez, 11 de marzo de 2015 – El pasado lunes 9 de marzo, el Presidente Barack Obama lanzó públicamente la afirmación de que “Venezuela atenta contra la seguridad de Estados Unidos”. Esta medida se dictó ante la decisión política del gobierno venezolano de regular la infiltración diplomática de Estados Unidos en el país suramericano. Nada menos podía esperarse que una declaración de guerra contra la Revolución Bolivariana en un año electoral. Sin embargo, el nivel de mentiras y tergiversación a la que dio lugar esta declaración, y los hechos sucedidos posteriormente, es la confirmación de lo que Barack Obama busca –por lo menos- retóricamente: desacreditar al gobierno bolivariano mediante la palabra, hacer creer que un país que, desde hace años decidió seguir el camino de la igualdad social y de solidaridad con el resto de los países de Latinoamérica, es totalitario, y su presidente un tirano que fantasea con aquellos preceptos del “socialismo”.

¿Todo por tener algunos diplomáticos más y seguir alentando la expulsión de ganancias hacia el complejo militar-industrial de la Casa Blanca? ¿Tan inocentes son las intenciones que tiene el gobierno estadounidense para, por poco, largarse a llorar ante el mundo entero porque el gobierno de Maduro no permite que la embajada de Washington se convierta en la base de operaciones de la derecha venezolana? Ya son bastantes conocidas las formas que tiene Estados Unidos para victimizarse ante el resto del mundo y luego dar sus asaltos pretorianos. Ya que ni ellos pueden legitimar sus discursos, necesitan “analistas políticos” que quizás puedan explicarlos mejor.

Estos analistas políticos se han dado a la audacia de criticar todo lo que viene haciendo el gobierno venezolano, sin reconocer un solo detalle de sus logros. Para ellos, la UNASUR es una mentira cabalgada por sus artífices que no tiene ningún objetivo. Para la tribuna de pensamiento estadounidense, desparramada por los medios hegemónicos del continente, Venezuela debe arrodillarse ante la primera potencia mundial y pedir por favor que les digan cómo lograr la “seguridad” económica y social.

Además, para estar al día con lo que sucede en política, los analistas de la derecha se cargan con vestiduras de izquierdas, y denuncian que el gobierno venezolano reprime y mata personas, cuando quienes pagan sus sueldos son los que arman manifestaciones desestabilizadoras. Para ellos la idea del “golpe de Estado” es un síndrome que afecta a todos los gobiernos de centro-izquierda de la región, que poco a poco se están convirtiendo en la pesadilla del deseo yankee de anexar más colonias.

Para Obama y sus títeres de derecha en América Latina, Estados Unidos es un país “condescendiente”, ultrajado en sus aspiraciones más nobles de crear un mundo en el que la mortalidad infantil no es un problema. Todo esto, además de sostener que Cuba es un país imperialista y totalitario.

Explican muchas cosas, pero no explican cómo Venezuela puede poner en riesgo la seguridad estadounidense, que supera ampliamente la capacidad armamentística venezolana. Estados Unidos tiene más de 5.000 armas nucleares, 9.000 presos políticos y lleva más de 40.000 niños mutilados, pero ellos deben dictar cómo debe ser una “sociedad democrática”.

De lo único que da cuenta la alarma yankee sobre Venezuela es justamente de los logros de la Revolución Bolivariana como faro en el cual pueden mirarse el resto de los países de Latinoamérica. Prueba de esto es el apoyo contundente de varios países de la región a Venezuela y del comandante Fidel Castro.

Los poderes de Estados Unidos podrán divulgar sus mentiras a lo largo y a lo ancho de todos los medios de comunicación que juegan a su favor, pero la realidad que viven los países latinoamericanos es otra. Y el papel que juega Venezuela en ese escenario es estratégico para toda la región.

Es necesario, ahora más que nunca, que se aúnen todas las fuerzas necesarias para defender la Revolución que inició Chávez, ya que en territorio venezolano se está librando la guerra de maniobra más importante para nuestro continente.

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